NO
INFANTILES…
El registro bíblico dice: “Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. (Mt.18,3) ¿Quién no dijo o no escuchó decir que para ser felices debemos ser como niños?
Al
evocar el pasado – salvo minoría – la memoria recuerda tiempos relevantes y
felices; festejos de
familiares o amigos, picardías escolares, anécdotas sobre viajes, caída de la
bici, despedidas, reencuentros, etc.
Entonces, ser como niños
es
vivir limpiamente, sin prejuicios, del “qué dirán”, es decir, emocionalmente
libres. Ser como niños quiere decir “ser” y “estar” libre frente a los demás
y a las cosas. Las modas, las tendencias políticas y sociales y los debates
ideológicos, tienen la misma importancia que “rascarse la nariz un domingo”.
Los niños viven la vida sin quebrantos,
felices, sin complejo de inferioridad, son auténticos, leales e ignoran la
hipocresía. No juzgan ni temen ser juzgados.
En contrapartida al ser como niños, están
los adultos que se comportan de manera infantil.
Padecen del Síndrome de Peter Pan, que
según los entendidos consiste en que los adultos se
comportan como niños o adolescentes y no son capaces de responsabilizarse de sus
actos. Tienen una marcada inmadurez emocional, inseguridad y un gran temor a no
ser aceptados.
El nombre
proviene del conocido personaje de la literatura infantil creado por James
Matews Barrie. La primera vez que se relacionó el nombre de Peter Pan con un
problema emocional fue en el año 1966, cuando el psiquiatra Eric Berne lo
utilizó para indicar al niño que todo adulto lleva dentro y que sólo se
preocupa por satisfacer sus propias necesidades.
Posteriormente,
en el año 1983, el psicólogo Dan Kiley fue el responsable de acuñar y popularizar
lo que hoy se conoce como "Síndrome de Peter Pan" (…) En España (en
el lenguaje coloquial) también se les conoce como adultoadolescentes.
¿Cuáles son
sus síntomas principales?
Aunque los adultos han llegado a la treintena o incluso rondan la cuarentena de
años, o más, continúan comportándose como niños. Normalmente estas personas
parecen ser seguras de sí mismas e incluso arrogantes; sin embargo, esto es
solo una coraza para esconder sus verdaderas inseguridades e indecisiones.
Estas personas
se ocultan detrás de excusas o mentiras en aras de disimular su incapacidad
para crecer; suelen hablar de fantásticos proyectos, negocios increíbles,
grandes aventuras amorosas… Estas fantasías (mayormente imposibles de cumplir)
les permiten eludir sus responsabilidades y poder culpar a los otros de las
cosas negativas que les ocurren.
Este síndrome se caracteriza, por lo
tanto, por inmadurez en ciertos aspectos (psicológicos, sociales, problemas
sexuales), además de presentar rasgos narcisistas, de
dependencia, irresponsabilidad, rebeldía etc. Sobre todo son hombres que temen
a la soledad, a ser abandonados y a fracasar.
Son hombres-niños que se resisten a crecer
y madurar, por lo que son incapaces de cuidar, proteger o llevar hacia delante
a una relación de pareja. Por eso la mayoría de ellos solo tienen relaciones
superficiales, sin permanecer durante mucho tiempo en una relación estable, ya
que huyen del compromiso. (Gema Sánchez Cuevas, Psicóloga y docente)
Hoy, inconducta y
malicia en su mayoría, son protagonizadas por cualquiera, ignorante e
instruidos. Arbitrariedad y prepotencia (pokarê-mbaretê), desprecio a básicas
normas de convivencia social, violencia, mentira, carretillada de corrupción y
desprecio al bien común parecen ser la brújula que marca el norte del actual
terrícola tecnológico.
Luego, en la ardua tarea de entender el espinoso terreno de las moralidades e inmoralidades hoy vividas o des-vividas, por la ya larga y pertinaz sequía de valores y virtudes, se hace urgente ser como niños, porque de infantiles, para no decir otra cosa, hace rato ya venimos dando cátedra.
Luego, en la ardua tarea de entender el espinoso terreno de las moralidades e inmoralidades hoy vividas o des-vividas, por la ya larga y pertinaz sequía de valores y virtudes, se hace urgente ser como niños, porque de infantiles, para no decir otra cosa, hace rato ya venimos dando cátedra.
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