¡¡¡URGENTE Y
NECESARIO!!!
El 12 de junio de 1979, los obispos de Paraguay dieron a conocer una revolucionaria carta pastoral denominada: "El Saneamiento Moral de la Nación". A 34 años de aquel acontecimiento, a excepción de la caída de la dictadura, la realidad social, económica y moral del país, no ha cambiado nada.
Continúan la corrupción, la
delincuencia, la impunidad, los fraudes y robos. Por ser un documento
importante, transcribimos algunas preocupaciones resaltadas por los obispos en
su momento; y que aún siguen vigentes (…)
“De la corrupción pública y privada
queremos ocuparnos hoy con más detenimiento”, señalaban los obispos al
denunciar los robos y la impunidad, y agregan que la quiebra de los valores
morales, en efecto, atañe directamente a todos y a cada uno de los ciudadanos.
Una respuesta adecuada a esta situación
de corrupción pública “exige nuestra conversión personal y el saneamiento de
nuestras instituciones públicas y privadas”.
Los pastores advertían del ritmo
creciente en que sucedían los hechos delictivos. Al mismo tiempo criticaban la
impunidad de que gozaban sus autores y la reacción cada vez más resignada y
permisiva de la gente. Pedían a los paraguayos, y especialmente a los
cristianos, a ser la conciencia moral de la nación y el fermento liberador de
nuestra sociedad.
Al referirse a la situación económica
del país, década del 70, valoraban los grandes emprendimientos y obras de
infraestructuras, que trajeron indiscutible progreso económico, pero lamentaban
que este progreso favorezca en forma directa a un sector muy pequeño de la
población (…)
“En efecto, se ve cada vez más
automóviles, más bancos y casas de cambio; se multiplican grandes tiendas y
supermercados. Las vitrinas están llenas de artículos suntuarios que van desde
baratijas a productos electrónicos (…) que estimula deseos artificiales. Es la
sociedad de consumo en acción. Es el predominio del dinero”…
Los obispos decían que la causa de estos
males era el egoísmo humano y aquellos que modelan, para bien o para mal, el
comportamiento humano. Ante esta realidad, pedían a los cristianos rehacer el
tejido social, dar sentido y orientación a la acción humana individual y
colectiva.
“Muchas veces son las mismas
instituciones encargadas de promover el bienestar rural, las responsables de situaciones como: dobles títulos de propiedad, mensuras y demarcaciones defectuosas,
favoritismos e influencias injustificables. Pero, aun admitiendo el legítimo
derecho de los propietarios, se han de respetar los derechos de todos, especialmente de los pobres.
“Rehacer el tejido social de la nación
con el fin de asegurar formas humanizantes de relación entre todos los miembros
de nuestra sociedad es tarea urgente”… ¿Es posible justificar el progreso
contra el interés social de la gran mayoría para favorecer desmesuradamente a
una minoría de privilegiados? se preguntaban. ¿Hoy, cuál es la diferencia? (cfr. Aníbal M. Velázquez -Abc 10.06.2013).
Es menester
resucitar nuestra conciencia cívica. Mucha gente no tiene tiempo ni interés en
cuestionar detenidamente nuestra situación política. Tenemos suficientes
problemas con la ropa, comida-dieta-estética, salud, trabajo, escuela e
inseguridad, que no dejan espacio para la reflexión. Luego, no es raro escuchar
que: “la política es sucia e inconveniente”.
Necesario es entender la importancia de acudir a las urnas y votar en conciencia. La
política no se construye con sustituir hombres que llegan al poder con antiguos
vicios, que provoca plagueo y rabia contra la democracia, porque
todavía vivimos sin altura y sin valores cívicos.
Del elector
depende no votar a gente hambrienta de ambición, mentiras y codicia,
aunque sean amigos, parientes o correlíes, porque nos asegurarán, otra vez, un Paraguay desatinado y corrupto, es decir, un país, descuartizado, dolorido y a la
deriva.
Tenemos el
derecho y obligación de asumir la responsabilidad en construir el Paraguay que
merecemos; el mejor modo de cumplir con este sagrado deber es actuar con
discernimiento, prudencia y libertad, al momento de depositar nuestro voto.
¿Por qué? Porque
el primer pasito hacia grandes distancias es votar con tino, al mejor, o en
todo caso, al "menos peor". Miremos, por tanto, el dedo que nos
señala el rumbo correcto… ya no como el imbécil, quien en vez de fijarse en el
objetivo, mira el dedo.
Es posible, si
queremos, pues en la voluntad del pueblo radica el poder. Pero sin arrinconar a
Dios, pues el salmista nos recuerda: "Si Dios no edifica la ciudad, en vano
trabajan los que en ella se fatigan, si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los centinelas” (Salmo 127:1)
No hay comentarios:
Publicar un comentario