jueves, 9 de noviembre de 2017

SANEAMIENTO MORAL DE LA NACIÓN

¡¡¡URGENTE  Y  NECESARIO!!!

Resultado de imagen para Paraguay
El 12 de junio de 1979, los obispos de Paraguay dieron a conocer una revolucionaria carta pastoral denominada: "El Saneamiento Moral de la Nación". A 34 años de aquel acontecimiento, a excepción de la caída de la dictadura, la realidad social, económica y moral del país, no ha cambiado nada.
Continúan la corrupción, la delincuencia, la impunidad, los fraudes y robos. Por ser un documento importante, transcribimos algunas preocupaciones resaltadas por los obispos en su momento; y que aún siguen vigentes (…)

“De la corrupción pública y privada queremos ocuparnos hoy con más detenimiento”, señalaban los obispos al denunciar los robos y la impunidad, y agregan que la quiebra de los valores morales, en efecto, atañe directamente a todos y a cada uno de los ciudadanos.

Una respuesta adecuada a esta situación de corrupción pública “exige nuestra conversión personal y el saneamiento de nuestras instituciones públicas y privadas”.

Los pastores advertían del ritmo creciente en que sucedían los hechos delictivos. Al mismo tiempo criticaban la impunidad de que gozaban sus autores y la reacción cada vez más resignada y permisiva de la gente. Pedían a los paraguayos, y especialmente a los cristianos, a ser la conciencia moral de la nación y el fermento liberador de nuestra sociedad.

Al referirse a la situación económica del país, década del 70, valoraban los grandes emprendimientos y obras de infraestructuras, que trajeron indiscutible progreso económico, pero lamentaban que este progreso favorezca en forma directa a un sector muy pequeño de la población (…)

“En efecto, se ve cada vez más automóviles, más bancos y casas de cambio; se multiplican grandes tiendas y supermercados. Las vitrinas están llenas de artículos suntuarios que van desde baratijas a productos electrónicos (…) que estimula deseos artificiales. Es la sociedad de consumo en acción. Es el predominio del dinero”…

Los obispos decían que la causa de estos males era el egoísmo humano y aquellos que modelan, para bien o para mal, el comportamiento humano. Ante esta realidad, pedían a los cristianos rehacer el tejido social, dar sentido y orientación a la acción humana individual y colectiva.

“Muchas veces son las mismas instituciones encargadas de promover el bienestar rural, las responsables de situaciones como: dobles títulos de propiedad, mensuras y demarcaciones defectuosas, favoritismos e influencias injustificables. Pero, aun admitiendo el legítimo derecho de los propietarios, se han de respetar los derechos de todos, especialmente de los pobres.

“Rehacer el tejido social de la nación con el fin de asegurar formas humanizantes de relación entre todos los miembros de nuestra sociedad es tarea urgente”… ¿Es posible justificar el progreso contra el interés social de la gran mayoría para favorecer desmesuradamente a una minoría de privilegiados? se preguntaban. ¿Hoy, cuál es la diferencia? (cfr. Aníbal M. Velázquez -Abc 10.06.2013). 

Es menester resucitar nuestra conciencia cívica. Mucha gente no tiene tiempo ni interés en cuestionar detenidamente nuestra situación política. Tenemos suficientes problemas con la ropa, comida-dieta-estética, salud, trabajo, escuela e inseguridad, que no dejan espacio para la reflexión. Luego, no es raro escuchar que: la política es sucia e inconveniente.

Necesario es entender la importancia de acudir a las urnas y votar en conciencia. La política no se construye con sustituir hombres que llegan al poder con antiguos vicios, que provoca plagueo y rabia contra la democracia, porque todavía vivimos sin altura y sin valores cívicos.

Del elector depende no votar a gente hambrienta de ambición, mentiras y codicia, aunque sean amigos, parientes o correlíes, porque nos asegurarán, otra vez, un Paraguay desatinado y corrupto, es decir, un país, descuartizado, dolorido y a la deriva.

Tenemos el derecho y obligación de asumir la responsabilidad en construir el Paraguay que merecemos; el mejor modo de cumplir con este sagrado deber es actuar con discernimiento, prudencia y libertad, al momento de depositar nuestro voto.

¿Por qué? Porque el primer pasito hacia grandes distancias es votar con tino, al mejor, o en todo caso, al "menos peor". Miremos, por tanto, el dedo que nos señala el rumbo correcto… ya no como el imbécil, quien en vez de fijarse en el objetivo, mira el dedo.

Es posible, si queremos, pues en la voluntad del pueblo radica el poder. Pero sin arrinconar a Dios, pues el salmista nos recuerda: "Si Dios no edifica la ciudad, en vano trabajan los que en ella se fatigan, si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los centinelas (Salmo 127:1)

No hay comentarios:

Publicar un comentario