¡HORA DE PRUDENTE CALMA!...
“Y OJOS BIEN ABIERTOS”
Todo anuncia que este año –como otros- está cargada de tensiones y de apuros. Amores y desamores, encuentros y desencuentros, risas y llantos en la agenda política son hechos normales, a pocas semanas de las internas partidarias.
En consecuencia, no hay que perder la
cabeza, la familia y menos aun la vida, en el pantano de estos líos. Todo lo contrario;
en horas turbulentas como éstas es necesario conservar equilibrada calma y valor para soportar, además, discursos nada creíbles de gente
poco creíble.
Es que, como todos sabemos, las peleas políticas - casi siempre sin razón fundada, pero de macizos intereses-, se diluyen; y nunca
llegan a satisfacer a la ciudadanía, que queriendo entender lo que
pasa, acaba sin entender nada, porque en la mayoría de los casos, los grandes enemigos de
ayer, vuelven a metamorfosearse en “uña y carne”
La mayoría de los funcionarios públicos
se amoldan antes que perder sus puestos (no trabajo), mientras que los
“otros”, esperarán ingresar, si gana el oponente. Se oirán discursos
acaramelados de progreso, por un lado, y de meritocracia, en el bando opuesto.
Así, la guerra mentiras y
medias verdades correrán alocada carrera en pos de votos.
Electores ingenuos y otros hábiles “pescadores de río revuelto”, serán ametrallados
por prometedores de feliz prosperidad
cuando accedan al cargo. Estadísticas y encuestas, a favor o contra de este o
aquel mesías, promoverán estériles discusiones... ¡Es hora de prudente calma!
Lo que sí, debemos entender es que
cualquier gobierno (municipal, departamental, central, etc), debe contar con
gente íntegra, no solo honesta, para mantener eficiente administración de
los bienes públicos. Esto es, los servidores públicos tienen que hacer
bien su trabajo, con responsabilidad. Así cumplirán con el mandato ético.
Los bienes públicos son de la ciudadanía, no de los políticos ni de quienes ocupan algún cargo. Usar
bienes públicos en beneficio propio y en campañas electorales es una acción deshonesta que tiene un
alto costo social para los contribuyentes. Por ello, es pertinente preguntarse:
¿Son respetables por su conducta pública
y privada los candidatos que bombardean con sus pedidos de
votos? ¿Dan testimonio de vida personal, familiar y profesional? ¿Son fiables,
pueden justificar sus bienes…o por el contrario, son terrícolas despreciables y
esquivos?
Hace una década, ya el maestro S. Núñez nos enseñaba en aula: “La política no es simple técnica, ni
habilidad mecánica. Es una obra lenta de mucha prudencia, dilatada y difícil,
en que las contingencias de las libertades buscan penosamente el acuerdo. No es
cosa de soplar y hacer botella".
La gente suele
decir: queremos justicia pronta y barata. Pero el gran Carnelutti decía que la
justicia no es pronta, ni barata. Un delito puede cometerse en unos pocos
minutos; pero el esclarecimiento del crimen, para llegar a calibrarlo
exactamente y sancionarlo con la pena que corresponde, lleva mucho tiempo e
inversión de dinero.
"Hay que mover
hombres y diligencias, si se quiere ser justo. Así también, o acaso más, es la
política. Esto lo vamos diciendo con el objeto de levantar los
ánimos y desinflar ligeras ilusiones de fantasía”.
Para aceptar las propuesta de algún candidato, además, es necesario que sea
adornado de buena fama, derivada de su conducta íntegra, evidenciada en actitudes
de solidaridad y respeto a los demás y al bien común, elementos básicos para desarrollar
sabrosas relaciones humanas y buen servicio.
Para un pequeño país como el nuestro- continúa S. Núñez- no puede ser demasiado difícil encontrar una buena porción de hombres probos, de experiencia, sabiduría y robusto patriotismo, que puedan hacerse cargo y conducir al pueblo por los caminos que deseamos.
Evidentemente hay mucho yuyo que cortar, así como cascotes y escombros duros que remover, con machete, hacha y pico. Pero todo hay que hacerlo con prudencia y nobleza de ánimo, sin espíritu de venganza o soberbia. Todo hay que hacerlo con hidalgo patriotismo.
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