Comunidad de personas ligadas por una comunidad de origen
“El Sexo es un instinto que produce una institución; y es positivo y no negativo, noble y no ruin, creador y no destructor, porque produce una institución. Esa institución es la familia: un pequeño estado o comunidad que, una vez iniciada, tiene cientos de aspectos que no son de ninguna manera sexuales. Incluye adoración, justicia, festividad, decoración, instrucción, camaradería, descanso. El sexo es la puerta de la casa; y a los que son románticos e imaginativos, naturalmente les gusta mirar a través del marco de una puerta. Pero la casa es mucho más grande que la puerta. La verdad es que hay quienes prefieren quedarse en la puerta y nunca dan un paso más allá” (G.K. Chesterton)
El matrimonio cumple una doble función: reconocer, proteger y hacer posible y estable la comunidad de vida de los esposo y asegurar la supervivencia y crianza de los hijos, incorporándolos a una comunidad intergeneracional: la estirpe. El matrimonio hace posible la persistencia de la especie humana en el seno de la institución más básica de la sociedad y en la cultura, nos recuerda Ricardo Yepes S. (F. de Antropología p. 290).
La estabilidad y monogamia de la familia humana tienen raíces, no sólo espirituales, sino también biológicas, puesto que sin ellas la prole humana no podría sobrevivir. Sin familia, el hombre no es viable, ni siquiera biológicamente: una mujer embarazada, un bebé, unos ancianos que ya no se valen de sí mismos, unos hombres enfermos, etc., necesitan un hogar, una familia donde poder existir, amar y ser amados, cuidados y alimentados. El hombre es un ser familiar precisamente porque nace: los que nacen son niños, no personas mayores.
La familia es la principal tarea humana, tanto pasiva (la niñez) como activa (la adultez). La familia es el depósito de los valores que más profunda y permanentemente quedan grabados en el espíritu de sus miembros mediante la educación. (actitudes religiosas, virtudes propias, modos de valores ideales, etc.)
Por eso, la familia de cada uno es aquella donde se nace, y es sólo una, y siempre la misma. La propia naturaleza, al traer hijos, pide que la familia sea indisoluble. Una familia soluble en realidad no es tal, sino un grupo episódico, nacido de un acuerdo temporal. Los niños y los ancianos desmienten que el matrimonio, y en consecuencia la familia, se puedan disolver alegremente. Eso es una cosa inventada por irresponsables.
Por lo tanto, hay relaciones humanas nacidas para durar toda la vida. ¿Hay algo más forzado y doloroso que el hecho de que papá y mamá se separen? Los niños y los ancianos sólo están bien cuidados en su familia; y debemos tomarlos en serio. La familia es estirpe porque permanece incrustada en la cadena inmemorial de las generaciones, y no de la pareja. Y ello es así aunque no estemos acostumbrados a pensarlo. (p.288)
Hoy, con tanto relativismo moral, valdría la pena tomarse el sexo en serio, con un sentido propio y específico. El lugar natural del sexo en la vida humana es el amor conyugal, donación permanente entre el varón y la mujer. Así se podrá disminuir mucha orfandad, entre otras miserias. La más grave de ellas es la miseria afectiva de tantos niños en la calle como de ancianos en situación de abandono, quienes carecen de seres por quienes ser amados. Un hombre sin familia es normalmente un ser desgraciado, aunque lo niegue.
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