jueves, 13 de enero de 2011

SOSIEGO DE ESPIRITU

Necesidad Imperiosa, hoy...

Nuestro convulsionado cosmos, está cada día más asediado de dolores y ansiedades que el eslogan adecuado parece ser: “Vive de prisa y muere joven” Hablar de sosiego, por consiguiente, suena lejano, incumplible, estéril. ¿Cómo entonces puede tener cabida el reposo y la tranquilidad, si el ruido molesto y la prisa por llegar a ningún lugar campean en nuestra sociedad?

La quietud parece provenir de los antiguos monasterios, del silencio de algún templo, de las altas montañas o de los confines de la tierra. Así las cosas, la serenidad no parece ser una virtud que pueda apreciarse en las ajetreadas ciudades, donde la mayor preocupación-ocupación es la de consumir, tener y mantener bienes materiales, entre cuyos disvalores el espíritu se encuentra ignorado, cuando no, aprisionado.

El famoso aviador y escritor francés Antoine De Saint-Exupéry, distinguió la “falsa serenidad” como pasividad del espíritu, y la “auténtica serenidad” como la conquista del espíritu.

Sobre la primera escribió: “No amo a los sedentarios de corazón. Los que, nada cambian y nada llegan a ser. Y la vida no bastó para madurarlos. Y el tiempo se deslizó para ellos como el puñado de arenas y los pierde, y, ¿qué devolveré a Dios en su nombre?” En cuanto a la auténtica serenidad dijo: <Sí, el oasis es para vosotros, no el refugio donde uno se encierra y donde uno olvida, sino una victoria permanente sobre el desierto>, es decir, hay personas que llevan “en el corazón la religión del oasis

Unos científicos - dice el Dr. en Psicología Mario Pereyra -  han elaborado un test y luego de ardua labor, descubrieron seis procesos básicos sobre la virtud del Sosiego:

1.      Apartarse: Es la capacidad de liberarse de las exigencias de los deberes por algún tiempo. Ejemplo: Vencer la compulsión al trabajo. Hay personas que estando de vacaciones no pueden liberarse de pensar en sus actividades cotidianas. Apartarse significa tomarse un  tiempo para meditar, reposar el espíritu y estar en comunión (común-unión) con Dios.
2.      Buscar refugio interior: Puede ser un  lugar físico o sencillamente un momento de descanso temporal. Algunos optan por la pesca en algún lugar tranquilo, otros por la música o la lectura. Hay quienes prefieren estar en contacto con la naturaleza. ¡Jesucristo lo hizo! Dice: “Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un  lugar tranquilo” Porque iba y venía mucha gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer. (S. Marcos 6,31)
3.      Aceptar y empatizar: Un aspecto de esta actitud es la autoaceptación. Consiste en reconocer y asumir las propias debilidades y fallas. Cuando eso ocurre se vive sosegado. Solo aceptando nuestras propias limitaciones podremos ponernos en “el zapato” del otro, ya que permite entender al semejante desde mi propio yo.
4.      Perdonar: La persona con espíritu sereno, pacífico, sosegado, está en paz con su pasado, con los otros y consigo misma. El resentimiento es un terrible veneno en la vida interior. El perdón es la vacuna que lo neutraliza. El perdón, se ha dicho con sobrada razón, es eficaz elemento de sanación.
5.      Vivir el presente: Es la capacidad de vivir cada día y cada momento enfrentando las dificultades, así como disfrutando de los momentos placenteros, que también nos depara el cotidiano existir. El futuro no existe como campo de acción. El hoy es un regalo divino, por eso se llama "presente"
6.      Confiar: Vocablo de difícil comprensión hoy. Confiar es creer en los otros y en que, pase lo que pase, todo estará bien, nos ha dicho repetidas veces el Dr. Roger Texier. La carta a los Romanos cap.8, ver. 28 nos recuerda: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con sus propósitos” El  verbo Confiar se fundamenta en la creencia de la bondad de Dios. La desconfianza, en cambio, promueve la idea de la sospecha, detrás de cada acción que el "otro" realiza.

Propuesta: Para lograr el espíritu sereno se sugiere poner en práctica los puntos citados precedentemente, esto es, hacer una parada en este afanado trajín del “querer todo para no tener nada” y “viajar a toda velocidad hacia ninguna parte” como - al parecer -  es característica del hombre actual, al inicio del tercer milenio. Realizar una auditoria de nuestra gestión personal es útil. Si el resultado arroja saldo negativo, accionar inmediatamente los resortes de la voluntad, inteligencia y libertad, dones que generosamente nuestro Creador nos ha obsequiado.

Cristo nos da la receta para recibir todas las cosas: “Por tanto, busquen primero el Reino de Dios y su Justicia y todas las demás cosas se os dará por añadidura” Conf. (Mateo 6,33)


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