Los terrícolas, ante una desgracia -lógicamente- se deprimen. La tristeza ataca y afecta, también a la gente que rodea a la víctima. Porque, además de luchar contra su “mala pata”, soporta críticas como: ¡qué poca fe tenes…qué clase de cristiano pio sos…etc.
Otras sienten ansiedad. Angustia y temor afectan el
sistema digestivo o el corazón; hasta la capacidad para resolver problemas. Y
la lista puede seguir…. ¿Quién algún vez no habrá pasado por algunas de estas experiencias?
Con un ejemplo ilustra Fr. Nelson M:
“Una chica se quejaba acerca de su vida,
y de cómo las cosas le resultaban difíciles. No sabía cómo hacer para seguir
adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía
que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su abuela la llevó a la cocina. Allí
llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. Pronto el agua de las
tres ollas hervía. En una colocó zanahorias, en otra, huevos y en la
última, granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
Al rato la abuela apagó el fuego.
Sacó las zanahorias y las puso en un recipiente. Puso los huevos en un plato. Luego,
sirvió el café en una taza. Mirando a su nieta le dijo: ¿Querida qué ves?..
“Zanahoria, huevos y café”, respondió.
Luego pidió que tocara las zanahorias.
Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Le pidió que tomara el huevo y lo
rompiera. Al sacarle la cáscara, vio que estaba duro. Luego le pidió que tomara
un poco del café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
La nieta preguntó: “¿Qué significa
esto, abuelita?” Ella le explicó que los tres elementos enfrentaron el agua hirviendo, pero, que reaccionando
de modo diferente:
La zanahoria, en el agua hirviendo se
ablandó y debilitó. El huevo superó el agua caliente. Su cáscara protegía su
interior líquido. En agua hirviendo, su interior endureció. Los granos de café,
eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, cambiaron al agua.
¿Cuál eres tú?, preguntó a su
nieta. Cuando el caos llega a tu puerta, ¿Cómo eres? ¿Una zanahoria que parece
fuerte pero que cuando llega el dolor pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Tenías un espíritu fluido, pero después de una muerte, separación, divorcio, o un despido te hiciste duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ?¿Eres amargado con un espíritu y un corazón endurecido? ¿un grano de café?
Así, alguien sugirió unos remedios que no tienen las farmacias: ejercicio físico, ayuno y alimentación equilibrada, desahogo con un confidente, orar, meditar y reír, perdonar, cantar, alabar y confiar en Dios, son medicina gratis.
Al usar estos medicamentos, rara vez necesitaremos medicamentos de venta libre. Ya que:
“Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a quienes sufren, dándoles el mismo consuelo que Él nos da. Porque así como los sufrimientos de Cristo se desbordan sobre nosotros (…) se desborda nuestro consuelo.
Si Dios nos consuela, también es para que ustedes tengan consuelo y puedan soportar con fortaleza los mismos sufrimientos (...) Tenemos una esperanza firme (…) así como tienen parte en los sufrimientos, también tienen parte en el consuelo. (2 Co 1:4-7)