Sabemos que la familia vive una crisis de valores y se
agrava la desintegración. Poco se cuestiona tener al humano como objeto desechable, tirable.
La ausencia
de valores es una pandemia en la actual sociedad: arrogancia, irrespeto,
deshonestidad,
injusticia...
Dos
ejemplos: a) “La ideología de género es como la
última rebelión de la creatura contra su condición de creatura” (Benedicto
XVI). Es una degeneración sólo comparable al bestialismo. Un mundo construido
sin Dios y contra Dios.
b) Es tragedia que nuestra sociedad progre acepte el aborto-occisión (muerte violenta) de niños, ante el “ñembotavy”, o sea, ante el cobarde silencio herodiano de los buenitos.
Así, es necesario preguntarse, tanto en la familia como
en la enseñanza escolar; si la formación en valores que se ofrece, es apropiada
para iniciar una conducta individual y social firme, a favor de una sociedad más
justa,
solidaria y respetuosa. Preguntas:
-¿A qué se deben estas conductas? ¿Por qué la juventud actúa de forma insana? ¿Cómo la familia enfrenta golpes de suicido, bulimia, promiscuidad, anorexia, drogadicción, aborto, pornografía, embarazos no deseados y maternidad en adolescentes, etc.?
-¿Cuántas veces tratamos a los hijos como mascotas a las que hay que domesticar. O se pretende imponer lo que los padres quieren que sea cada uno de los hijos? ¿Cuántos padres descargan sus frustraciones en sus hijos?
Afirman que el origen de muchos problemas se debe a falta de formación integral en la familia. Solo el verdadero amor, la donación sin prejuicios o egoísmo, nos salvarán.
Entonces, ¡salvemos a la familia sin olvidar que el amor implica libre decisión! El amor es actitud de voluntad, no solo de sentimiento. El mundo está en crisis, por falta de educación de valores en la familia, ya que ésta, es base y pilar de la sociedad.
Luego, respetemos al cónyuge, a la familia, a todos; abrámonos a un dialogo franco, a un tiempo de calidad, a mayor atención a los hijos. ¡Ese es el compromiso!...Porque muchas veces:
Caemos en absurdos tan claros como la de festejar que repartan gratis la "píldora del día después", a niñas de 12 años…lo cual implica que no requieren nuestro permiso para el ejercicio pleno, libre e irresponsable de su sexualidad.
Y ¿qué decir de las "mamis progre" que introducen a escondidas (ñemi hape mi) un preservativo en la cartera de su "bebé", antes de ir a la discoteca?
Luego
nos “ofendemos”
cuando de modo grotesco “perrean” y se exhiben en las redes
sociales, con los celulares de última gama que les regalamos. Hablan de “salud
sexual y reproductiva”, y sobre sus derechos al placer y decidan su
destino desde los 16 años.
Padres, aunque parezca cosa del viejazo, acompañemos a los hijos, sepamos qué hacen, dicen, sienten, piensan, cómo actúan y quiénes son sus amigos cercanos. No pensemos sólo en nuestras carencias. “Urge saber qué poder tienen en las redes sociales...¡Porque ellos son los futuros padres de familias!
Todos, al
nacer ya entramos en la sociedad; por ello, es mejor corregir errores ya; caso contrario, gemiremos como
manada, cuando unos pocos nos lleven al matadero. Y Lloraremos como rebaño
lo que no pudimos defender como personas libres y solidarias.
Démonos el autogobierno social en paz, con convicción, sin violencia ni imposición, con madurez de carácter, porque sabemos que el mal hace gran campaña para matar la noción de moral en la familia y en la política. (Que este desafío comience primero conmigo mismo).
Porque, ¡Una juventud sin valores es un riesgo para la sociedad!
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