¿Por qué se aplaude? Responde el aludido: Generalmente, los aplausos-jepopete son un modo de aprobación al término de una actuación, de un concierto musical, un discurso, un canto o cualquier otro motivo de alegría.
Este elogio se da para demostrar la admiración por sus logros pasados, y no es una respuesta al mitin o representación al que el público asiste. En algunas ocasiones, el aplauso sucede en mitad de un evento.
Pero, los aplausos en la liturgia se oponen al decoro y la belleza propios de la liturgia. Se trata del culto a Cristo, en el que deben brillar la cordura, el equilibrio, es decir, el orden.
¿A quién se aplaude durante la Misa? Si se aplaude a una persona por un discurso, o porque una pareja cumple cuatro décadas de casados, por sus votos religiosos o porque canta muy bien, etc, se desnaturaliza la liturgia, que es el culto que se tributa a Dios y no al hombre.
En cambio, si es a Dios a quien se aplaude, entonces la liturgia tiene sus modos de alabar y de expresar el júbilo, y es mediante las aclamaciones, el canto del Aleluya, el Amen, del Deo gratias, Gracias a Dios. etc.
Hay que procurar que en las iglesias se evite cualquier cosa que no está en consonancia con la santidad del lugar (CDC-Código de Derecho Canónico 1220). Además, se indica que los fieles deben tener la máxima veneración a la santísima Eucaristía… (CDC 898).
Lo cierto es que la Iglesia pide que tengamos sumo respeto por la Misa y la Eucaristía, y que todo lo que hagamos en ella sea respetando a Cristo y dándole gloria.
Conclusión, el aplauso genera distracción y toda distracción, por mínima que sea, quita protagonismo a Cristo, luego, la sana recomendación es no aplaudir. Nadie “desmayará” por esperar la conclusión de la misa para aplaudir lo que deba ser aplaudido.
Por lo que, si el aplauso te genera distracción y consideras que le quita protagonismo a Cristo en tu participación en la Misa, lo recomendable es no hacerlo. ¡Ta upéicha!
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