La “plaga” del covid-19 azota vidas sin misericordia,
muerte de seres queridos, incluido. Muchos se infectaron, pero lo superaron, y
otras, lamentablemente, murieron.
Cualquiera, reflexiona sobre los miedos y dudas que genera el covid-19. Hay miedo a lo desconocido de este mal, porque no sabemos cómo acabar con él. Se ensayan métodos científicos, pero el virus nos jode la vida con sus variantes. Luego aparece la infodemia.
“Las dudas sobre las vacunas tienen una raíz: la desconfianza en nuestros gobiernos. En las últimas 4 décadas, los gobiernos han recortado los presupuestos y privatizado los servicios básicos. Esto tiene dos consecuencias importantes para la salud pública.
1º. Es poco probable que las personas confíen en instituciones que hacen poco por ellas. 2º. La salud pública ya no se considera un esfuerzo colectivo, basado en el principio de solidaridad social y la obligación mutua” (Anita Sreedhar y Anand Gopal)
(Sreedhar es médico de atención primaria en el Bronx. Gopal es periodista y profesor de la Universidad Estatal de Arizona. Los autores investigan la reticencia y el acceso a las vacunas en todo el mundo. https://www.nytimes.com-13.12.21)
Sea como sea, dice el
amigo: Es necesario estar vigilante y
ser prudente, estar atento a la llamada de la caridad, para someter nuestra
voluntad a la voluntad de Dios.
Estar vigilante es estar listo para el momento final
desde ahora, es vivir cada día como si fuese el último, es amar a cada hermano
o hermana como si fuesen únicos, es hacerse “nada” para que Dios sea “todo” en
nosotros.
Ser vigilante es saber amar, aun con gestos mínimos,
pero con grandeza de corazón, es ponerse en último lugar, es ser siervo de
todos. Estar vigilante es saber rezar todo el tiempo, porque la oración es
nuestra relación constante con Dios.
Finalmente, ser vigilante es no saber ni el día ni la
hora, sino mantener encendida la lámpara para el encuentro con el Amor.
Todos sabemos que eventualmente enfrentaremos la enfermedad o la muerte de un familiar o amigo en algún momento, pero no estamos mental ni emocionalmente aptos para enfrentar algo como la muerte repentina y solitaria de un paciente de covid.
Por eso, es que se puede experimentar emociones de ira, incredulidad, desconfianza, culpa y gran tristeza. Son reacciones normales ante este tipo de tipo de dolor y pérdida. Y no falta alguna opinión solidaria que sugiere cuanto sigue:
*No tengas miedo de pedir ayuda durante este tiempo. El hecho de que la
gente deba mantener la distancia física no significa que un miembro de la
familia o un amigo no esté dispuesto a ayudarte.
*Honra la memoria de tu ser querido: Escribe una carta, crea una lista de música que te recuerde a tu ser querido, o crea un espacio en casa para compartir recuerdos con fotos o videos. Está bien recordar a esa persona especial con un corazón abierto.
Independientemente de lo que hagas, lo importante es mantener y sentir una conexión con esa persona especial. El distanciamiento social no es incomunicación. Mantente conectado con familiares y amigos. Haz llamadas, envía mensajes. Eso es amor. Solo Ora y ¡permanece vigilante!
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