Decíamos en la reflexión anterior que la
Familia es uno de los mayores joyas del mundo y por consiguiente, patrimonio de
la humanidad. “Familia buena=Sociedad sana”.
Hoy somos parte de esta posmodernidad
que vive acelerados cambios en estructuras sociales, familiares, económicas,
tecnológicas y científicas,
llevando al individualismo, a la
indiferencia y a una mentalidad consumista y de desecho.
La familia perdió protagonismo. Impera
el individualismo, los integrantes no asumen sus roles, cada quien elige su
estilo de vida y, que “nadie atente contra su libertad”... Ya superamos la era
medieval; el hombre construye su propia moral y verdad.
Hay una errónea concepción de la autonomía
conyugal. Graves ambigüedades acerca de la autoridad en las relaciones padres e
hijos. Observamos un mayor número de divorcios y abortos. Aumenta la mentalidad
anticoncepcional y recurrencia a la esterilización, afirma el Pbro. Lic.
Antonio José Velázquez Delgado
Crisis en la trasmisión de los valores
humanos, morales y cristianos. El Vacío espiritual, el hombre ha sacado a Dios
de sus vidas y por eso vive en una insatisfacción. El aumento de las
enfermedades de transmisión sexual. La permisividad en la sociedad en cuanto al
consumo del alcohol, droga y la prostitución del hombre y la mujer.
Hay diferentes tipos de familias: las
que viven en unión libre, las que se une a través del matrimonio, familias que
han adoptado hijos, familias extensas... y así vemos que la modernidad está
afectando a las familias, empujándolo a un estado de crisis en donde todos
hacen lo que quieren.
Algunos conocidos ejemplos de inconducta
escolar:
- Ausencia de acompañamiento de los
padres en tareas escolares de los hijos.
- Disciplina Cero en aula. Los niños desafían
y golpean a compañeros y profesoras.
- Muchos padres son cómplices.
Atropellan la institución y amenazan a la "profe" por haber enviado aviso de
inconducta, que los padres no aceptan. (Un caso concreto: con matonil
prepotencia un papá amenazó al director, ante un escribano) ¿Qué historia es
esa?
- Facilidad con que los niños acceden a
videos, violencia, ocultismo y pornografía (lo comparten en el recreo)
¿Dónde aprendió el niño eso?
- No faltan padres que echan culpas del insoportable “bebé de la casa”, a la empleada
Hablar de familia es
gran desafío, porque nunca como hoy, se vive bajo tantas presiones: estrés
laboral, inseguridad, crisis económica, violencia social, consumismo, entre
otros males que afectan las relaciones interpersonales.
Como metástasis, estos males (violencia, drogadicción, alcoholismo, prostitución a edades cada
vez más temprana) sufren los hijos, lo que producen “hijos huérfanos”. El sociólogo Sergio Sinay, señala algunos
tipos de Orfandad:
- Orfandad Ética:
Los hijos están privados de referencias éticas. Los padres no trasmiten
valores. (porque no tienen o porque los ignoran).
- Orfandad Afectiva:
Los hijos carecen de afectos que refuercen el valor como persona. Esta orfandad muchas veces es sustituida por “cosas materiales”.
- Orfandad
Comunicativa: En casa no hay diálogo. Se vive juntos, pero no “unidos”.
- Orfandad
Normativa: No hay reglas ni límites para nada. Todo es permitido en nombre de
la “democracia, libertad y dignidad”…. Y finalmente;
- Orfandad
Espiritual: ¿Qué es Dios para muchas familias que se declaran cristianas?
Por tanto, hay que
disciplinar proactivamente. Disciplinar no es castigar; es guiar, enseñar, modelar, discipular, evitando dos extremos: Permisivismo
y Autoritarismo.
Se disciplina proactivamente:
1. Respetando a los padres: El
respeto es innegociable. Si el hijo quiere helado -en vez de almorzar- y mamá
lo niega, aquel patalea, grita y se tira al suelo. Mamá cede diciendo: “bueno mba-é… un helado ko no te va hacer
mal”
¿Qué aprendió? Que
si reacciona emocionalmente conseguirá todo. Esperará que todo el mundo acceda
a sus deseos y se convertirá en un “amoroso tirano” haciendo de sus padres,
esclavos de sus caprichos y, fuera de casa…un terrible problemón.
2. Respetando a los hijos: No ha de violarse sus conciencias pidiéndoles hacer lo que no se debe. Muchos
padres “usan” a sus hijos para esconder sus fechorías…
3. Viviendo con lo estrictamente
necesario. ¿Cómo no hacer del hijo un idiotas moral? Carlos Díaz responde:
Viviendo con templanza. La templanza grita a los padres: ¡Moderen el
despilfarro, sean austeros! Así, los hijos aprenderán que no es feliz quien más
tiene, sino quien menos necesita. Si no se desea mucho, hasta las cosas más
pequeñas parecerán grandes...
La templanza enseña sobre los bienes: la manera de conseguirlos, de conservarlos, de
acrecentarlos y de usarlos. El hombre superior ama su alma. El inferior,
sus cosas. Las personas sobrias cuidan los pequeños gastos, sin caer en la
avaricia, por eso gastan una moneda menos de lo que ganan (actitud).
Quien compra lo
superfluo pronto venderá lo necesario. Sólo un lujo es irreprochable: el lujo de despojarse de lo superfluo,
un lujo bendito que comienza por educar mejor los hábitos del gusto y del
consumo. Esta virtud se debe aprender en casa, apunta el Dr. Carlos Díaz.
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