La “persona”, fuera de su credo, ideología, raza y nivel cultural, es depositaria de “valores fundamentales e inalienables”, porque en ella radica su “Dignidad”. Pero, en la sociedad actual, el crecimiento “científico–técnico” del mundo, no aporta a la calidad de vida del hombre.
No solo el conocimiento es imprescindible para
la inserción del hombre en el mercado laboral, también, es innegable su
formación ética, para la transformación de la persona y de la sociedad.
Por ello, es necesario que el estilo de vida humana
se desarrolle en una esfera de valores: en
ella se fundamenta toda conducta ética en el hogar, trabajo, vecindad, etc.
La crisis, violencia y degradación en que se
halla sumida la sociedad hoy, se debe a malas relaciones interpersonales.
Luego, es desarrollar una conducta coherente en lo personal, familiar y
profesional.
Urge comprender que, ser Persona
es un privilegio en el mundo... y las personas interactúan en un complejo espacio llamado
“Sociedad”.
Naturaleza del
Hombre:(Vida vegetativa, vida sensitiva,
vida espiritual)
El Dr. S. Núñez en apretada síntesis dice:
El hombre es un ser vivo. En
medio de tantos seres vivos como las plantas y los animales, se destaca
netamente. La vitalidad que el hombre ejercita es múltiple y de gran riqueza y
despliega en tres niveles diferentes:
a) El hombre ejercita vida vegetativa, como comer, beber,
digerir, respirar, crecer, generar, etc. Es una vida básica, fundamento de toda
la constitución orgánica e incluso, fuente de todo el dinamismo humano. El
bienestar o malestar biológico del hombre influye en todo su funcionamiento
vital.
b) Luego sigue un
segundo nivel de vida: la vida
sensitiva. Es el amplio mundo de la sensibilidad. El hombre está en el
pleno de sus sentidos. A este nivel sensitivo, pertenecen los varios sentidos
así como las pasiones, emociones y sentimientos.
c) En un tercer nivel último y supremo,
el hombre desarrolla la más elevada vida de su ser específico. Es la vida espiritual. Pensamos, razonamos,
queremos; nos decimos, prometemos, y afirmamos o negamos con juramento.
Gracias a esta actividad espiritual
vivimos con tanta altura y dignidad: “el hombre se hace en cierta manera a
todas las cosas”, como decía Aristóteles. Dentro de esta rica y múltiple
vitalidad que el ser humano vive, distinguimos tres líneas de operaciones o de
acciones, distintas pero unidas entre sí.
En la figura observamos tres columnas
diferentes: C, A y C; paralelas y contiguas. ¿Qué
significan estas tres columnas?
La primera, es decir, la columna C, significa la vida cognoscitiva que
puede darse a nivel sensitivo: ver, oír, oler, etc.; o puede darse a nivel
espiritual, como pensar, juzgar, razonar.
La segunda columna A, significa la vida apetitiva o
tendencial; vida oréctica, como dicen los psicólogos. Y que pueden también
darse en el plano sensitivo: pasiones, emociones, etc.; o en el plano
espiritual; querer, desear, amar, odiar, etc.
La tercera columna C, nos muestra la traducción externa
de esa interioridad psíquica. Se traduce en expresiones de conducta: mímica,
gestos, palabras, lágrimas, sonrisas y acciones.
Notemos que no todo acto realizado por
el hombre es libre, es decir, fruto de su libertad o libre albedrío. Hay actos
biológicos y psicológicos que no brotan del ser humano libremente, sino
espontáneamente y como por impulso de un cierto determinismo.
Los actos generados por la voluntad
libre del hombre son llamados actos
humanos y constituyen la materia de la praxis regulada por la moral.
Finalmente diremos que, cada hombre
podrá hacer uso y sacar provecho de la naturaleza y la cultura que recibe. Como
podrá así mismo, gracias al compromiso de su razón, de su querer y de sus manos
acrecentar o dilapidar esas riquezas.
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