¡DEMOCRACIA MORBOSA!
La RAE define: “plebeyo”,
persona que no es noble ni hidalga, es decir pertenece a la plebe, la clase más
baja pero no en cuanto a su capacidad económica, sino a su idoneidad cultural.
(Ciertamente, no son pocos ¡los ignorantes ricos!)
Afirma José
Ortega y Gasset, filósofo español en “Democracia morbosa”, que la
democracia per se, como “norma del derecho político” es algo
óptimo; pero, cuando se descarrila, “es el más peligroso morbo que puede
padecer una sociedad”. ¿Por qué?...
Porque la salud
de la democracia debe permanecer en su ámbito natural: político-jurídico.
Cuando el sistema se desvía de sus cauces deviene en plebeyismo, en un
“igualitarismo de almas rencorosas y plebeyas”. ¿Hay algo tan triste como un
escritor, un profesor o un político sin talento, sin finura sensitiva (…) ”, se
pregunta…
Ortega critica
la crispación de ese igualitarismo que nivela a todos a ras del piso, ese
grosero igualitarismo que rechaza los valores superiores de grandeza personal,
exaltando anti-valores.
Así las cosas, hoy
el mundo padece un grave descenso del nivel ético; ¡la fauna guaraní no es
excepción! Nuestra apocada-opacada sempiterna excusa: “ñandé ko upeichante
voi”, pareciera hacernos sentir piropeados
cuando asumimos conducta matonil. ¡Es que el magma plebeyista somete al
homo sapiens!
Urge una redención
y profundo examen interior de quien se dice servidor de la polis. Ya NO más “amigo” de la justicia para
“fagocitar” privilegios. (cf. Corina Yoris-Villasana)
SÍ, asegurar igualdad de
derechos para todos los hombres; ya no legitimar la desigualdad entre los
ciudadanos. Es decir, ya no más políticos tiburones de dientes largos y
afilados que amenazan al pueblo a quien dicen cuidar.
Paraguay,
motorizado por aires de democracia fallida, lucha sin embargo, contra el caos
establecido, por políticos ignorantes y malsanos, paridos de una democracia
morbosa, oxigenada, según Ortega, por energúmenos llegados en tren de la
democracia.
Juan Pueblo, más
parecido a sobreviviente de un campo de concentración, espera de la democracia,
entre gemidos y dolor (la gente muere por falta de insumos básicos en
hospitales), prioridad de la honestidad y patriotismo sobre vanilocuentes
discursos.
¡Ya no más Epulones…Sí, menos Lázaros!. Una justicia maltrecha y enferma, un progreso
ciego y para pocos, robos descarados, un sálvese quien pueda, provoca
insoportable tiranía.
“No conozco a
mucha gente que se dedica a hacer el bien; conozco sí, gente que roba las
cuatro ruedas de un mismo coche, que dan mal sus clases, que dañan, que se dan
de listos por la vida, apostando extraer de ella más de cuanto ofrecen, incluso
cuando nada ofrecen, es decir, donde la densidad de ventajistas por metro
cuadrado, es cada vez mayor…
Somos una clase
burguesa carente de virtud social. Quizá una causa sea el apoliticismo,
actitud de indiferencia y desinterés. Una actitud de valoración negativa de la
política como actividad creadora y deber cívico, por rechazo a políticos
corruptos, o como estrategia personal egoísta para no comprometerse”. (cf. C.
Díaz Intensamente. p.65)
Ojalá no tenga
ya cabida en nuestro país este famoso adagio: “Todas las artes han producido
maravillas, sólo el arte de gobernar ha producido monstruos”.
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