viernes, 17 de enero de 2014

GLOBALIZACIÓN DEL RIDÍCULO “VYROREÍ” (II)


La Moda: Poderosa seducción del ridículo. ¿Por qué pio no te teñís el pelo, usas arito brillante y tatuaje, como los futbolistas?.

La moda hoy más que nunca es omnipresente y universal. Se exhibe en las vitrinas de los comercios y es emperatriz en las pantallas de TV; ostenta su esplendor en la mayoría de las revistas del corazón, como en el diseño y color de cualquier artículo de consumo, desde una computadora hasta el último modelo de moto o automóvil. (Revista V. Feliz año 2000)

A ruidos molestos le llaman música - se pone de moda y todo el mundo lo escucha; aparatos de teléfono móvil de todo tipo y colores seducen a muchos, convirtiéndolos algo así como “simios con pantalones, recién bajados del árbol, jugando con el novedoso aparato”

Para estar en “onda” hay que usar ciertos términos en boga (¡no hay de otra!; ¡qué hacé olúo….qué onda!), caminar, sentarse o pararse de cierta forma. No faltan las modas de verano, invierno y media estación. Hay moda para la playa, para el cine, para el shopping, la calle y la gimnasia, y para muchos da igual vestirse para la calle, la playa, la facultad, el shopping o la Iglesia.

Así las cosas, no pocas mujeres deprimidas y muy desmoralizadas van disparando a renovar el atuendo traperil  porque, psicológicamente “ayuda” a verse mejor y poco importa si el atuendo alcanza a cubrir la anatomía o si es extravagante y de mal gusto. ¡Es que la moda, es la moda!

El psiquiatra español Enrique Rojas, atribuye esta situación al “hombre Light”, quien lleva una vida sin valores. Según Rojas, sus características son las siguientes:

* Materialismo: le importa el reconocimiento social y el dinero por sobre todas las cosas;
   se valora a sí mismo por las “cosas” que tiene y no por lo que es.
* Hedonismo: el nuevo código moral es “pasarla bien”, “gozarla”; es decir, se afana en la  
   búsqueda del  placer y la excitación.
* Relativismo: descarta lo absoluto, todo es “según el cristal con que se mira”; por lo
   tanto, triunfa lo que quiere (no lo que debe).
* Permisividad: todo le es permitido en su propósito de lograr satisfacer sus propios
   deseos. Desecha los límites morales y las buenas costumbres. Esto lo lleva al;
* Consumismo: apetece todo, todo quiere. El consumo idiotizante es su brújula.

Es cierto que vivimos acelerados, corriendo todo el tiempo, acosados por el reloj. El código soberano – al parecer - es el “ahora ya”, que da paso, en la mayoría de los casos, al culto de lo superfluo, a la falta de compromiso, al vacío interior que hace del hombre actual un “ciberantropo”.

Así es como la conciencia y los valores son encadenados por lo efímero y superficial, es decir, por el “vyroreí que aliena. La nueva “onda” por tanto es: “vive de prisa y muere joven

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