No cabe duda que este tema puede colocarme en desfavorable posición, sobre todo, ante la comunidad juvenil. En el artículo anterior me he referido al hiperconsumo de sexo, a toda velocidad, en todo terreno, a tiempo y destiempo, en franca y agresiva guerra contra la “obsoleta, talibanesca y transnochada” virginidad.
Las objeciones que la fauna de intelectualoides siempre han puesto contra la virginidad son dos: (1) Que está contra la naturaleza y (2) Que contradice al bien común, porque limita la posibilidad de crecimiento poblacional. Santo Tomás – dice Josef Pieper en “Las Virtudes Fundamentales” - contesta los argumentos en tres fases: