lunes, 20 de marzo de 2023

LA VOLUNTAD... ¿Fuerte o débil?

 

Dice el refrán: “Árbol que crece torcido, jamás su tronco no endereza, porque se ha fortalecido con el vicio que ha crecido”. Así, debe corregirse a los hijos desde pequeños, porque, después será tarde iniciar su educación y harto difícil, cambiar su inclinación. 

El valor de un hombre depende de cómo formó la dirección de su logro personal y con la gracia de Dios, es eje de su vida espiritual, humana e intelectual. Un hombre sin ideal ni formación es un pobre hombre” (Catholic.net) 

La voluntad, decía aquel profesor: “es la facultad que muta nuestras ilusiones en hechos, porque es parte básica para construir la personalidad. Sólo un hombre maduro logra la capacidad de proceder con libertad responsable”.   

“Ser libre es ser dueño de sí mismo, de los sentimientos y de humor e instintos, de modo que se pueda elegir y obrar en cualquier situación. Formar la voluntad es de gran valor”. 

La conciencia, el ánimo, optar por lo esencial, la autenticidad, los dones y carismas, corren riesgo si no se educa la voluntad. Y la mentira, el error, la mala fe, los estados de ánimo, la violencia… no tendrán lugar en el territorio humano.

¿Qué significa una voluntad bien formada? Ella es dócil a la inteligencia, no es irracional ni caprichosa. Por tanto, hace reflexionar nuestras convicciones a la luz de la razón iluminada por la fe. 

Además, la voluntad tiene que ser constante en querer el bien. No basta ser bueno cuando “me siento inspirado", se debe buscar el bien siempre y en todo lugar. Tampoco basta querer ser feliz o querer amar a Dios, la voluntad debe llevarse a la acción. 

Más aún, “la voluntad bien formada resiste a problemas, no se apena ni se relaja con la edad. Cambia el problema en victoria, creciendo en su opción vital y en su amor real.

Esto es, la voluntad bien formada guía los talentos de personas con suavidad y firmeza. Pero, ¿cómo se forma la voluntad? preguntó el alumno. Con delicado cariño, el maestro respondió: Una corta respuesta: ¡Es querer el real bien y ponerla en práctica! 

Formar la voluntad no es oprimirse. Requiere dominio de sí, del querer libremente. No es masoquismo. El Señor Jesús, quien no puede contenerse en el universo por su poder y su gloria, verdadero  hombre  que  por amor al humano, dio ejemplo de voluntad libre. 

El afán es para que la voluntad sea abarcada por el amor a Dios y por identificarse con Cristo como modelo. No es cosa de formar personas para aguantar inútilmente el dolor, sino de formar gente que ame a Dios y hacer vida este amor en actos reales.

Hay que recordar que la voluntad motiva amar a Dios, imitar a Cristo, forma autentica y madura personalidad. Esto es importante cuando consideramos el hecho de que educar la voluntad es una de las áreas más costosas en la formación humana.

En la vida hay ocasiones para formar la voluntad: a) renunciar al propio capricho, optar y cumplir el deber; b) renunciar a planes egoístas para darse a la vida familiar. c) no dejarse llevar por el cansancio, pesimismo o sentimientos negativos y optar por un control de sí, renunciar a una vida de comodidades y ser austeros aun en cosas triviales. 

d) cumplir las promesas; finalizar lo iniciado, cuidar el orden en casa, en la oficina, ser puntuales, cuidar las palabras, no gastar tiempo inútilmente, dedicarse al estudio, trabajo y a la oración. En fin, hay tantas ocasiones para trabajar la voluntad… ¡si se quiere!

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