miércoles, 28 de septiembre de 2022

ORAR…¿Por quienes nos desprecian?

 

¡Nde cumpa!…ahí en la calle alguien grita: ¡hay que rezar por el enemigo! ¿Está loco-itavyrai pio pe tipo?... No, no está loco, está predicando nomás, respondió el aludido. ¡Nde tavy!... rezongó el primero y se retiró insatisfecho. 

Dicen que hay dos motivos por los que el cristiano amará al enemigo y le hará el bien: 1º) Es mandato de Dios. “Él hace salir el sol sobre buenos y malos; y hace llover sobre justos e injustos”. (Mt 5:45). 

“No nos trata como merecemos, ni nos castiga según nuestras maldades” (Sal 103:10). “Sean amables unos con otros, misericordiosos y perdónense…como Dios les perdonó por medio de Cristo” (Ef. 4:32).

2º) Que el corazón de los cristianos está satisfecho en Dios y no se deja llevar por la sed de venganza, ni por querer glorificarse a sí mismo, ni por el dinero, ni por nada terrenal. 

Dios es nuestro gran Papá, sin Él nada somos. Es el tesoro que todo lo llena. Por eso no debemos tratar a los otros como “enemigos”. ¿Qué importa si te odian, te persiguen o te calumnian, si el Todopoderoso está contigo? ¡Solo ocúpate de hacer lo correcto! 

No deseemos el mal a la mala gente. Sepamos que aquí en la tierra, todo es pasajero; no es nuestra casa definitiva y que Dios nos garantiza suficiente y absoluta recompensa. ¿No es más que suficiente? 

Así, decimos que las dos razones para amar al enemigo, o al menos, no rechazarlo, es un lucro, “buen negocio”: Dios es gloriosamente suficiente para nosotros. ¿Qué más queremos o necesitamos?  Pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen (Mt. 5:44)

¡Cuántas veces “cacareamos” ser buena gente; modelos de conducta! Luego, aunque sea una vez en la vida, seamos algo coherentes…pues quizá sea nuestra…¡última ocasión! 

Rezar por quien te persigue ¡no es fácil; es virtud de fortaleza! Fuerte es quien resiste: no quien ante lo mínimo-vyorei, vocea y ataca; esto es cosa de analfabetos emocionales; (gorilas), especie en pañales en su desarrollo moral: abundantes en nuestra pobre patria. 

Quizá hagamos mecánicamente algo bueno por el enemigo, sin ánimo de ayudar. Pero rezar por ellos es distinto, porque quien ora lo hace ante Dios, quien profundamente nos conoce. La oración consiste en interceder por ellos ante Dios. 

Podríamos orar por la conversión del enemigo, por su arrepentimiento, por el torrente de pecados que los aprisiona, incluso por su alud, etc. Como sea, la sincera oración por los enemigos, redundará siempre en beneficio del orante. 

Estimado cumpa, mientras Jesús estaba colgado en la cruz, oró así: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc 23:34). También, Esteban mientras lo apedreaban, de rodillas y en voz alta dijo: Señor, no les tomes en cuenta este pecado (Hch 7:60). 

Cristo nos pide no solo a hacer buenas obras como saludar y ayudar a la gente mala en sus necesidades; también nos pide desear lo mejor para ellos, y a expresar esos deseos por ellos. ¡No es fácil orar por quienes te calumnian… no es tarea para cobardes! 

Pablo oró por muchos judíos que eran sus enemigos. “El deseo de mi corazón  y mi oración a Dios es por la salvación de ellos” (Ro 10:1). 

Solo oramos a quien es más grande que uno, pues nadie sale del pozo tirándose del propio cabello. Orar hora a hora desde ahora, a Dios orando y con el mazo dando…Pero, ¿cómo orar sin a la vez ad-orar?, dice Carlos Díaz. 

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