miércoles, 17 de julio de 2013

“SU MAJESTAD”... EL FÚTBOL

¿Mecanismo de adormecimiento social?

Decir que toda y cualquier persona necesita de algún tipo de deporte en su expresión corpórea, es perogrullada (afirmación tan obvia y natural que es una tontería decirla). Hay deportes que desarrollan habilidades y técnicas como natación, tenis, carreras entre tantas y, producen satisfacción. El fútbol no es una excepción, o no debería serlo.

 Pero cuando el deporte deja de ser entretenimiento, esparcimiento y vínculo de sana unión entre personas, para convertirse en pura rivalidad, negocio de intereses económicos, etc., ya es altamente nocivo, perjudicial, las más de las veces, criminal.

En las canchas y fuera de ellas, personas matan y mueren. Enlutan cientos de familias. ¿Qué historia es esa?. Medios futbólatras fomentan ídolos, nuevos becerros de oro a quien una gran "marea" sigue ciegamente. Minutos después, aquellos son condenados al olvido, cuando no satisfacen expectativas "esperadas" por los de “arriba” y por los de “abajo”.

Así, el hincha fanático “respira” el éxito o fracaso de su equipo. Con el éxito "farrea" alcoholizado creando disturbios aquí y allá. Con el fracaso... mata o es matado por algún "pichado". Vemos, por ejemplo, inmenso rebaño de bípedos formando filas (durante horas o días de frío, lluvia o calor) para adquirir entradas y disfrutar de un momento de gloria en un "artificial paraíso", aunque luego regresen a su rutinaria dicha o desdichada vida.

Al punto dice el periodista Rafael Cid en la Rev. Acontecimiento p.54: “Actualmente los estadios son como especie de campo de concentración utilizados por el poder como válvula de escape para hacer posible la reproducción del menos malo de los sistemas de convivencia posible

Y razón le sobra, habida cuenta que lo importante parece ser ganar a como dé lugar, aun con trampas. Entonces ya no importa el mérito, la dedicación, la caballerosidad, sino la fama y el dinero, el aplauso al ídolo por parte de una fauna mareada por efímera satisfacción.

No es descabellado, por tanto, concluir que en un mundo vacío, sin horizontes, sin sentido, la “sagrada pelota” rija los destinos de muchos despelotados a causa de la pelota. Un deporte que “fagocita con voracidad” el cerebro como la magra economía del fanático, solo producirá excelente caníbal, autista moral con sed de venganza.

¡Viva el fútbol deporte que une! (no que reúne solamente) y redime familias, amigos, compañeros de trabajo en sabrosa armonía. Regresemos al fútbol sano, recreativo, liberador, recordando al poeta romano Décimo Junio Juvenal quien acuñó el famoso dicho: “Mens sana in córpore sano”. No más violencia, no más luto, no más dolor en la familia: antes, durante y después del fútbol.

¡Podemos... si queremos, de nosotros depende... de nadie más!

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