¡Complejo y difícil problema hoy!
La bulímica-tecnificada-desarrollada sociedad nuestra de
cada día, trae sus propios desafíos. La facilidad con que los hijos, hoy, sin
derramar una sola gota de lágrima desechan principios, valores, criterios y
actitudes que sus padres les enseñaron, sorprende dolorosamente, hasta
culpabilizar a los mismos padres.
Es que nuestra “progresista-consumista” sociedad ha roto con
ciertos valores y se ha hecho tributaria de pensamientos relativistas y
permisivos, instalando en el imaginario colectivo que, el "criterio",
por más absurdo sea, tiene carta de ciudadanía en nuestra inacabable transición
a la democracia. Así, se rechaza sin más, los deberes de familia, pues éstos
han caído en la obsolescencia, esto es, en el viejazo, en lo anticuado.
Cuando el adolescente se distancia de la familia y otea el
horizonte.. ¿Qué ve... qué encuentra?. Todo y Nada. Nada bueno que no pueda
hallar en un seno familiar, sano. Y Todo lo que de malo oferta el “mundo”.
Ejemplo: ¿Qué hay de bueno en programas de televisión que día y noche escarban
en la intimidad de las “exitosas victimas” quienes en búsqueda de éxito y fama, con superlativo morbo, son manoseadas?
¿Qué de bueno hay en la “tele” cuando en nombre de
“entretenimiento familiar” producen pornografía, donde se “enseña y aprende”
que resulta normal, el adulterio, el engaño, los insultos, el sexo perruno y
demás lindezas de nuestra telebasura mediocre?
¿Qué de bueno hay en la reivindicación de la libertad sin
límites (horario nocturno, consumo de bebidas alcohólicas, etc.) reclamado por
jóvenes sin conciencia madura y apoyada por adultos con conciencia pueril?. Lo
malo: muerte o mutilación de cientos de jóvenes vidas en medio de la madrugada,
alcoholizados, es decir, luto en la familia y carga para el Estado. (nosotros)
Un joven sin valores y fuera de su familia se convierte en
fácil victima de chantajes afectivos provocados por los compinches o por
poderosos anuncios publicitarios, que venden lo que quieren, no lo que
conviene. Solo la familia educa al hijo a optar en conciencia, más allá de lo que
desea o atrae, anteponiendo lo importante a lo que le guste.
Educar al hijo hoy es tarea para valientes. “Hacer” hijo,
por ser simple tarea biológica, es cosa de cualquiera. Educar al hijo, es
ayudar a que sepan desmarcarse de conductas nocivas, aunque ello implique ser
“dolorosamente” diferente de la marea que lo “marea”. Es una responsabilidad;
si los padres hemos perdido, debemos retomarla con coraje.
Quizá esta antipática propuesta ayude a descargar nuestra
bolsa de faltas. Los hijos nos “condenarán” por ponerles límites, porque el
remedio es amargo y desagradable, pero sus frutos, sabrosos. O hacemos que
nuestros hijos opten por el camino correcto, o dejamos que esta gran máquina de
heces, hedonista-relativista-consumista, consuma el cerebro de nuestros jóvenes
y los haga caminar como zombies, fascinados por lo ilícito, en un constante
vyroreí.
En manos de los padres está la correcta formación de
nuestros hijos. En nadie más. Ninguna institución y menos el Estado, lo hará
mejor.
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