¿Por qué rechazar la Eutanasia?
El tema es espinoso y agrio. No
obstante, expresar opiniones al respecto, no es exclusividad de los médicos.
Cualquier mortal con alguna dosis de sentido común, puede y debe hacerlo.
La moral médica – afirma J.F. Poisson en
su Bioética ¿El hombre contra el hombre? p. 154 – si descansa en la ética
tradicional, esencialmente apunta hacia este principio absoluto: “no perjudicar
al paciente”. A continuación tres preguntas incómodas: 1.¿Cómo poner límite a la
libertad del enfermo, respetando su derecho fundamental de consentir o
rechazar, lo que la medicina puede procurarle? 2. ¿Cómo entender la libertad
del paciente ante el pedido de su propia muerte, por las razones y medios que
fuera? 3. ¿Qué hacer ante un pedido de familiares del paciente que solicitan
poner fin a la vida, por cuestiones humanitarias?
El debate sobre este tema es candente y
provoca harta controversia. Se habla de eutanasia “activa”, por la cual alguien
pone fin a la vida del enfermo, administrándole deliberadamente sustancias
letales. Y eutanasia “pasiva”, en suspender los
tratamientos de reanimación o tratamiento de la enfermedad. El profesor Bernard
Debré definió la eutanasia activa como la ejecución de una “condena a muerte”. (Le Monde, 07 de marzo de 2000).
El acto humano se valora más allá de la
buena intención, pues, bastaría tener una intención más o menos humanista (digna de alabanza), para justificar cualquier tipo de acto. Debe aquí recordarse
que un crimen siempre será crimen y un robo
será siempre robo, independientemente de las razones por las que se cometan.
Matar por aliviar el dolor o para evitar
gastos inútiles, sigue siendo matar, y NUNCA se puede invocar alivio del dolor o
exceso de gasto médico como una justificación, sí, como un ingenuo atenuante
de un crimen.
El gran problema está en que la sola
intención carece de elementos objetivos. ¿Qué creer?, ¿A quién creer?, ¿Por qué
creer?. Aquí sólo cabe recurrir a la conciencia moral del personal sanitario, quien retira el tubo o inyecta la letal dosis, de la misma manera que los
familiares del enfermo no tienen otra alternativa que confiar en el diagnóstico
médico.
Quien más quien menos ha tenido
experiencias en este campo con algún familiar. No es fácil decidir cuando se
está en la piel de quien debe tomar una difícil decisión. Sin embargo, matar
deliberadamente a alguien, será siempre matar. Personalmente querría que se
proporcionara a mi paciente, todos los cuidados paliativos de tal manera que no
quede en mi conciencia, el peso de haber sido responsable de una ejecución.
En nombre de la ciencia ya se han
cometido millones de asesinatos. Esta sociedad que se jacta de tecno-cientificismo,
debería ufanarse de aumentar la calidad de cuidados paliativos, antes que matar. La
responsabilidad y vocación del médico es salvar vidas, no suprimirlas.
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