martes, 30 de abril de 2013

ÉTICA MÉDICA


 ¿Por qué rechazar la Eutanasia?

El tema es espinoso y agrio. No obstante, expresar opiniones al respecto, no es exclusividad de los médicos. Cualquier mortal con alguna dosis de sentido común, puede y debe hacerlo.

La moral médica – afirma J.F. Poisson en su Bioética ¿El hombre contra el hombre? p. 154 – si descansa en la ética tradicional, esencialmente apunta hacia este principio absoluto: “no perjudicar al paciente”. A continuación tres preguntas incómodas: 1.¿Cómo poner límite a la libertad del enfermo, respetando su derecho fundamental de consentir o rechazar, lo que la medicina puede procurarle? 2. ¿Cómo entender la libertad del paciente ante el pedido de su propia muerte, por las razones y medios que fuera? 3. ¿Qué hacer ante un pedido de familiares del paciente que solicitan poner fin a la vida, por cuestiones humanitarias?

El debate sobre este tema es candente y provoca harta controversia. Se habla de eutanasia “activa”, por la cual alguien pone fin a la vida del enfermo, administrándole deliberadamente sustancias letales. Y eutanasia “pasiva”, en suspender los tratamientos de reanimación o tratamiento de la enfermedad. El profesor Bernard Debré definió la eutanasia activa como la ejecución de una “condena a muerte”. (Le Monde, 07 de marzo de 2000).

El acto humano se valora más allá de la buena intención, pues, bastaría tener una intención más o menos humanista (digna de alabanza), para justificar cualquier tipo de acto. Debe aquí recordarse que un crimen siempre será crimen y un robo será siempre robo, independientemente de las razones por las que se cometan.

Matar por aliviar el dolor o para evitar gastos inútiles, sigue siendo matar, y NUNCA se puede invocar alivio del dolor o exceso de gasto médico como una justificación, sí,  como un ingenuo atenuante de un crimen.

El gran problema está en que la sola intención carece de elementos objetivos. ¿Qué creer?, ¿A quién creer?, ¿Por qué creer?. Aquí sólo cabe recurrir a la conciencia moral del personal sanitario, quien retira el tubo o inyecta la letal dosis, de la misma manera que los familiares del enfermo no tienen otra alternativa que confiar en el diagnóstico médico.

Quien más quien menos ha tenido experiencias en este campo con algún familiar. No es fácil decidir cuando se está en la piel de quien debe tomar una difícil decisión. Sin embargo, matar deliberadamente a alguien, será siempre matar. Personalmente querría que se proporcionara a mi paciente, todos los cuidados paliativos de tal manera que no quede en mi conciencia, el peso de haber sido responsable de una ejecución.

En nombre de la ciencia ya se han cometido millones de asesinatos. Esta sociedad que se jacta de tecno-cientificismo, debería ufanarse de aumentar la calidad de cuidados paliativos, antes que matar. La responsabilidad y vocación del médico es salvar vidas, no suprimirlas.


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