¿Esclavo o Libre?
Hoy se habla hasta el hartazgo de
libertad, verdad, tolerancia y demás “ingredientes” de los derechos humanos. Antes
de las recientes elecciones generales en nuestro país, políticos de todos los
colores nos han bombardeado con deslumbrantes promesas de vida en un “paraíso”
de seguridad, salud y educación.
Todos aceptamos, valoramos y
esperamos el cumplimiento de tales promesas. Por consiguiente, una vez más nos “instalan”
mucha esperanza. Esperanza en la honestidad y patriotismo de funcionarios
públicos del nuevo gobierno - entiéndase ciudadanos de “primera”, (aunque no
tan nuevo por el “rekutú” de figuras muy rechazadas) - no sean, otra vez, más
de lo mismo.
Mientras tanto, podríamos
orientar nuestra mirada hacia el hombre común o de “segunda” (sin acceso a
vehículo, combustible, teléfono y otros privilegios gratis) que ha
levantado un altar a los ídolos del dinero, el sexo, el poder y la tecnología. En
este culto de adoración el hombre hoy - acaso más que nunca – corre tras la
felicidad sin conseguirla.
Si queremos un mundo mejor,
debemos hacer y ser mejores hombres. Para cambiar el mundo no
basta cambiar las estructuras solamente. Es cierto que años de padecimientos y
graves injusticias en nuestro empobrecido país, se lo debemos a las autoridades
que ni cumplen, ni hacen cumplir con lo prometido en campaña electoral.
Pero al hombre común no le es
lícito vivir acusando y atribuyendo todos los males a la estructura, auto-perdonándose
errores personales, porque está demasiado ocupado en participar de la loca carrera del
tener más y en el menor tiempo posible, muchas veces, no interesando los medios
para conseguirlos. Porque será como el perro que corre tras el conejo
sin alcanzarlo nunca o, como el hombre que corre tras su sombra, sin alcanzarla
jamás.
La solución, sin dejar de lado la
naturaleza (ciencia, tecnología, dinero, poder, etc) radica en volverse a lo
Trascendente. Recuperar la amistad con Dios es reconstruir familia, formar
temprana conciencia, cultivar el respeto al semejante y al bien común, liberar
al hombre – joven y no tan joven - de tanta borrachera posmoderna, droga,
prostitución y demás actividades que nos convierten en banda de ladrones,
prepotentes patoteros entre otras “lindezas” de las cuales muchos,
estúpidamente se jactan.
Cuenta el P. Jorge Loring en Para
Salvarte p. 373: Después de la Primera Guerra Mundial, uno de los escritores
más célebres de Italia, Giovanni Papini, que había sido ateo, anarquista y
anticatólico se convirtió al catolicismo. En su “Historia de Cristo” describe
un mundo moderno idolatrando al dinero, la inmoralidad y el Egoísmo. Es una muestra
de que, se puede si se quiere. Entonces, sólo hagamos nuestra parte...y podremos
exigir a la contraparte.
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