¿Fortaleza o debilidad?
Palabra, “es un conjunto de
sonidos o signos a los cuales se les otorga significado”, lo define el
diccionario Larousse. ¿Qué significado
tiene hoy el término “discúlpame”?. La palabra tiene como objetivo comunicar o
transmitir ideas. Para que eso sea posible,
los interlocutores deben compartir el significado de dichos símbolos.
“ Me equivoqué..”, “Reconozco mi error..”, “Te hice pasar vergüenza..”,
“Discúlpame”.
Estas palabras pronunciadas con sinceridad representan una elevada
dosis de coraje. No debilidad.
Se requiere de mucha fuerza y personalidad para reconocer las faltas y
pedir disculpas de todo corazón. El que
pide disculpas sinceramente, sabe lo que quiere y quiere
lo que sabe. Ello demuestra que quien pide disculpas, posee autocontrol y
seguridad de sus principios y valores.
Las personas “pererí”, con escasa autoestima (poca
seguridad interior) no tienen la valentía para reconocer sus errores, porque
piensan que pedir perdón, es sinónimo de debilidad o cobardía. Este tipo de
persona basa su seguridad en el “qué dirán” y, por consiguiente,
sobrevive hipotecando su satisfacción o seguridad, a la consideración de
terceros. Son los otros quienes gobiernan su pensar, su decir, su hacer, es
decir, su vida.
Así las cosas, el débil de carácter se
pasará justificando su error en la equivocación de otros. Luego, este hecho
podría constituir uno de los motivos para no disculparse. Cuenta Stephen Covey
que la sabiduría oriental dice: “Si vas a hacer una reverencia, que tu
inclinación sea pronunciada>; y la ética cristiana afirma: “Paga hasta la
última moneda” (Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva- p.223)
A propósito, dos ejemplos: nunca he
escuchado a alguna autoridad del país, haber pedido disculpas al pueblo por las
malísimas gestiones que ha realizado o que ha dejado de hacer, durante su
período de mandato; antes bien, se ha pasado culpando de todos los males a
gobiernos anteriores. (En aquel, en éste y, probablemente en el próximo...)
En cambio, un Papa pide perdón al mundo
por los males del pasado que haya podido causar la Iglesia - de los cuales no
es responsable - y no faltan voces que critican venenosamente tal loable
acción. ¿Sabemos lo que queremos...?
Nosotros, la plebe, ciudadano común o de
segunda - como nos consideran muchos de los
que están “arriba”, quienes cacarean hasta el hartazgo su preocupan por el “pueblo”
y prometen democracia, mientras nos hunden cada vez más en la desgracia – como
en la parábola del hijo pródigo, debemos tomar conciencia de nuestros errores, levantarnos
del “chiquero”, pedir disculpas y reconstruir nuestra vida
Y los capos de turno, los ciudadanos de primera,
deberían tomar ejemplo del rey David, quien a instancias del profeta Natán, pidió
perdón por los barbaros errores cometidos (mentiras,
asesinato y adulterio – mandó matar a su fiel soldado para quedarse con su mujer).
(Cfr. 2ª Sam 11)
Y usted, estimado
lector... qué opina?
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