lunes, 14 de mayo de 2012

¡SOY AMABLE!

¿Qué tan amable?

Quien más, quien menos, expresa, dice, afirma ser amable. La amabilidad es una virtud necesaria para las buenas relaciones humanas. Pero, no es tan fácil ponerlo en práctica.
¿Cómo esperar un trato amable a algún colérico en medio de un tránsito caótico? La amabilidad es una cualidad por la cual una persona es digna de ser amada.


Consiste en considerar, aceptar, respetar a las personas como son y además, alegrarse con sus éxitos. Amabilidad es atender a cada persona según lo que necesite en ese momento. Es signo de madurez y grandeza de espíritu. La amabilidad comporta una serie de actitudes positivas en la persona: educada, respetuosa, honrada, servicial, empática, con todos. Vivir como verdadero cristiano, es sencillamente, ser amable.

Muchos afirman que la amabilidad es producto de un aprendizaje desde la concepción. Se aprende en casa, en familia. Ello supone un gran esfuerzo de los padres para la educación de los hijos. ¿Cómo se logrará esta buena práctica si los padres están ausentes, porque han de trabajar? Tal vez, el poco tiempo que puedan compartir con los hijos, sirva para tal menester. Hablamos entonces de “calidad de tiempo”, más que de cantidad. 

La amabilidad no se podrá construir si la persona no se estima suficientemente. Alguien con baja autoestima, no puede ser amable. Es un contrasentido. Es necesario autoaceptarse, porque la autoaceptación imprime confianza y seguridad en uno mismo y, conduce a la madurez. Supone, por tanto, conocerse bien y saber lo que se puede hacer; es discernir lo que excede a nuestras posibilidades.

Ser amable consigo mismo; autoaceptarse no significa gustarse. Autoaceptarse significa que ser amable no es ser estúpido; que hacer el bien da alegría; que ser bondadoso no es dejarse pisotear por los demás; es saber defenderse sin rabia; saber que el rencor nos descompone y debilita el espíritu. (P. J. Loring “Para Salvarte” p.577)

El que es amable es humilde, alegre y agradecido. Quiero entender que en este tiempo narcisista-individualista, ser amable es sinónimo de valentía. “Coraje para vivir; generosidad para convivir; amor para desvivir. El coraje lo es siempre para los actos concretos” (para el ajapóma hina).

Quienes hablan de amabilidad, de cortesía y empatía – como es común hoy – pero sin mover un dedo para ponerlo en práctica, “tienen un cadáver pudriéndoseles en la boca. El mundo es una gran montaña de mierda y hay que meter la mano en ella; lo importante es: sin ensuciarse el corazón”, agrega C. Díaz (10 palabras p/educar en valores p.35).

Como la amabilidad es una cualidad de la voluntad, más que de la inteligencia, es conveniente clamar y reclamar a Aquel, que sin medida es Amabilísimo. Jesucristo es el amor personificado. ¿Por qué no acudir a Él, sabiendo que todo lo que nos da es total y absolutamente gratuito?

Y usted, estimado lector, ¿qué opina sobre la amabilidad?

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