El cristiano nace dos veces (Jn 3, 3-6)
(A solicitud de algunos Padres y Padrinos de Bautismo)
Al pronunciarse: “Yo
te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo”, somos
sellados como hijos de Dios y herederos del cielo. San Gregorio Nacianceno
explica así: “El sello significa la soberana propiedad de Dios sobre el
bautizado”
Quizás las luchas y
angustias de San Agustín hasta que se decidió a dar el paso, puedan ayudarnos a
comprender la seriedad del bautismo:
“Pegado todavía a la
tierra, rehusaba entrar en tu milicia
(...) Decía: Ahora....en seguida...Un poquito más. Pero este ahora no tenía fin
y este poquito más, se iba alargando (...) ¡Dios mío!. “Me gritaban todos mis
huesos que debía ir a Tí (...) Y… no iba” Y se decía interiormente:
“¡Éa! ¡Éa! Sea ahora”; y ya casi pasaba de la palabra a la obra, ya
casi lo hacía; pero no llegaba a hacer (...) pudiendo más en mí lo malo que lo
bueno….Tal era la lucha que había en mi corazón, de mí contra mí mismo> (San Agustín de Hipona-Confesiones).
Nietzsche escribió
en cierta ocasión, el hombre es
distinto del animal porque puede hacer promesas. Vivir como cristiano
es “una especie de guerra civil contra nuestros vicios interiores”…una
promesa de todos los bautizado al Señor Jesús.
Por eso, sólo debe
ser bautizado quien vivirá su compromiso bautismal. El Código del Derecho
Canónico nº 868 dice: Bautizar a un niño requiere de fundada esperanza que el
niño va a ser educado en la fe: si falta esa esperanza, debe diferirse el
bautismo. De ahí la grave responsabilidad de los
Padres y Padrinos. “Los niños creen, no por un acto propio, sino por la fe de
la Iglesia que se les transmite, en casa”
El bautizado es ungido sacerdote,
profeta y rey. Durante su vida ha de desarrollar vivamente estos
títulos y compromisos adquiridos, pues, tendrá que rendir cuenta ante el
supremo tribunal de Cristo, en aquella hora terrible.
EUCARISTÍA…
Cristo con su alma, cuerpo, sangre y divinidad
En su sentido actual, eucaristía significa la celebración del Sacramento instituido
el Jueves Santo (hace más de dos mil años). Esto es, la Misa, es decir, lo que ofrece, se consagra y se comunica (cuerpo y sangre).
En la Sagrada
Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia. Y ¿para qué la
Eucaristía? ... Sencillamente para vivir en presencia de Dios. Sin la
Eucaristía, el cristiano es nadie y nada porque la Eucaristía es
fuente y cima de toda la vida cristiana.
Duda: La presencia verdadera de Cristo en este Sacramento es un gran problema
para muchos, pues no se conoce por los sentidos, sino por la fe, dice Santo
Tomás. “Esto es mi cuerpo que será entregado por ustedes”. (Lucas 22, 19),por lo tanto, Es Palabra de Dios.
San Cirilo dice: No te preguntes
si esto es verdad, más bien acepta con fe las palabras del Señor, porque él, que
es la verdad, no MIENTE.
Para no beber
nuestra propia condenación, no se debe recibir el Sacratísimo Cuerpo de Jesús
en pecado. ¿Seremos capaces de depositar a Cristo en una cloaca?.
Además, se debe estar en ayunas (1 hora antes) prescrito por la Iglesia.
Frutos de la comunión: 1. Crece nuestra unión con Cristo 2.
Borra los pecados veniales. 3. Nos
hace miembros de la Iglesia. 4. Nos
preserva del pecado mortal.
CONFIRMACIÓN
Sacramento de madurez cristiana
El sacramento de la
Confirmación es el de la “adultez” cristiana. Confirmamos las promesas
recibidas en el bautismo, para trabajar a favor de la Iglesia de Cristo en el
mundo: Fortalecer y nutrir esa vida en sus raíces, constantemente amenazada.
Podemos llamar cristiano adulto a quien sabe asumir
sus responsabilidades en el seno de la Iglesia y toma parte activa en la
edificación del Reino de Dios.
El cristiano vive
una vida tensionada, porque en su interior lucha contra las malas
inclinaciones, y en el exterior, contra el mundo y el demonio. La confirmación
imprime en el alma, el carácter de soldado de Jesucristo, y le da fuerza para
el duro combate.
Por la efusión del
Espíritu Santo, el creyente que ha recibido el sacramento de la Confirmación,
hace un altar en cualquier actividad de su vida diaria. Sobre ese altar él se
une al sacrificio de Cristo para introducir en el mundo el amor del Padre.
Así, el Espíritu se
manifiesta en el cristiano a través del testimonio activo y lo hace progresar
hacia la Eucaristía, culmen del misterio pascual, con las manos ricas en dones
de alabanza.
Por la Confirmación,
el Hijo encarnado de Dios nos comunica la misma misión que el Padre le dio a
Él: dejarnos guiar por el Espíritu Santo, para hacer visible en este mundo su
amor infinito.
RECONCILIACIÓN
Sacramento del Perdón
Penitencia en su
sentido etimológico, significa: pena, arrepentirse. Esta hace que el pecador se
sienta arrepentido de los pecados cometidos, tener el propósito de no volver a
caer y hacer algo en satisfacción por haberlos cometidos.
Cristo nos llama a
la conversión y a la penitencia, pero no con obras exteriores, sino a la
conversión del corazón, a la penitencia interior. De otro modo, sin esta
disposición interior, todo sería inútil. (Cfr. Is.1, 16-17; Mt .6, 1-6; 16-18)
Cuando hablamos de
esta virtud (conversión), no nos referimos únicamente a la penitencia exterior,
sino que esta reparación tiene que ir acompañada del dolor de corazón por haber
ofendido a Dios.
No sería válido
pedirle perdón por una ofensa a un jefe por miedo de perder el trabajo, que hay que hacerlo porque al faltar a la
caridad, ofendemos a Dios. (CIC 1430–1432)
Los medios para
cultivar esta virtud son: la oración, confesarse con frecuencia, asistir a la
Eucaristía –fuente de las mayores gracias- la práctica del sacrificio
voluntario, dándole un sentido de unión con Cristo y acercándose a María.
La reconciliación,
es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo, que perdona los pecados
contra Dios. Se obtiene la reconciliación con la Iglesia, a quien también se ha
ofendido con el pecado, al pedir perdón por los pecados.
El nombre de
“Reconciliación” se debe a que reconcilia al pecador con el amor del Padre. Él
mismo nos habla de la necesidad de la reconciliación con sincero dolor de
corazón. “Ve primero a reconciliarte
con tu hermano”. (Mt. 5,24)
Después de la
Resurrección estaban reunidos los apóstoles –con las puertas cerradas por miedo
a los judíos– se les aparece Jesús y les dice:
“La paz con ustedes.
Como el Padre me envío, también yo, les envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y
les dijo: Reciban al Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedaran
perdonados; a quienes se los retengan, les serán retenidos”. (Jn. 20, 21-23)
Cristo, conociendo
la debilidad humana, sabía que mucas veces nos alejaríamos de Él por causa del
pecado. Por ello, nos dejó un sacramento muy especial que nos permite la
reconciliación con Dios. Este regalo de Jesús, es otra prueba más de su
infinito amor.
Requisitos para confesión: a) Examen de Conciencia b) Dolor de los pecados c)
Propósito de enmienda d) Cumplir la
“penitencia”… e) Confesar todos los
pecados.
(Algo curioso...en cualquier programa de Tv...cientos de gente -para el mundo entero- escupe todas sus miserias y pecados sin pudor...y ¿por qué tanto escándalo ante una provechosa recomendación cristiana, que alivia el interior humano?)
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Esta preocupación
del Señor por los enfermos, se la comunica a sus discípulos. Jesús, en dos
momentos del Evangelio, les dice lo que debían hacer con los enfermos: y ungiendo con óleo a muchos enfermos, los
curaban (Marcos, 6, 13),
El apóstol Santiago
cuenta la costumbre que existía entre los primeros cristianos con estas
palabras: ¿Alguno entre ustedes está enfermo? Llame a los presbíteros y oren
sobre él, ungiéndole con óleo (…) y los pecados le serán perdonados.¨ (Sant.5
14-15)
¿Cuándo se ha de recibir la unción de los enfermos? Cuando alguien está en peligro de muerte. ¡Cómo se hace? El
sacerdote va a donde está el enfermo y lo unge con óleo sagrado en la frente y
las manos del enfermo y dice la siguiente oración:
Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te
ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo para que libre ya de los
pecados, te salve y te alivie por su benignidad. ¨
La Iglesia
recomienda que se reciba al comienzo de la enfermedad, para que la persona lo
reciba con lucidez, o sea, que sé de cuenta, y con fervor, porque la unción
ayuda también si así Dios lo quisiera, para curar la enfermedad.
¿Qué gana quien recibe la unción? 1. El enfermo se une a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo 2. La unción
da fuerza, consuelo y ánimo al enfermo para soportar cristianamente el
sufrimiento y el dolor.
3. Cuando el enfermo está sin pecado,
está ¨en gracia¨, la unción aumenta esa gracia. 4. Si está con pecados veniales, la unción de los enfermos quita
las pequeñas manchas que el alma pudiera tener por ellos.
5. Si el enfermo ya no está
consciente, este sacramento perdona los pecados, aún cuando no haya podido
confesarse, siempre que el enfermo estuviera arrepentido antes de perder el
sentido.
6. Si Dios así lo quiere, la
unción de los enfermos puede producir la curación de la enfermedad. Si es la
voluntad de Dios que esa persona muera, este sacramento le da fuerza para
prepararse para la muerte.
ORDEN SAGRADO
El Orden sagrado es
el sacramento, administrado por el obispo, que confiere los tres grados del
ministerio jerárquico de la Iglesia, es decir, que consagra a los obispos, a
los sacerdotes y a los diáconos. Se llama también Orden Sacerdotal.
Los discípulos y la Iglesia. A los apóstoles,
Jesús: Les asignó la misión de predicar el Evangelio y hacer discípulos a todos
los pueblos. Les dio autoridad sobre la comunidad, pero una autoridad que será
siempre de servicio y de entrega.
Cuando examinamos
los evangelios a la luz de esto, podemos reconocer varias cosas que nos son
familiares. Jesús se ocupaba de que sus discípulos aprendieran estando con Él y
observando lo que Él decía y hacía. Ellos vivían y
viajaban con Él. Era una relación de compromiso. Los discípulos de Jesús
dejaban a sus familias, amigos y ocupaciones para seguirlo y aprender de Él.
Vemos la misma meta
en la relación de Jesús con sus discípulos. Él desea que ellos entiendan y
transmitan sus enseñanzas y que, en un cierto sentido, tomen su lugar, “un
discípulo... después de que se ha preparado bien, será como su maestro” (Lc.
6.40).
“Como me envió el
Padre, así también yo os envío”. (Jn. 20.21) “El que a vosotros oye, a mí me
oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha” (Lc. 10.16).
Ministerios en la Iglesia. a) Ministerio
proviene de la palabra latina ministerium,
que significa servicio. b) Tipos de ministerios. Ordenados, Instituidos y
Reconocidos. Algunos cargos de los presbíteros: Párroco. Vicario Parroquial,
Capellán, Canciller...
Episcopado,
ministerio que ejerce el Pontífice u Obispo escogido por la Santa sede.
Un obispo es un
presbítero ordenado o consagrado para regir una diócesis. Cargos que pueden desempeñar
los obispos. Arzobispo, Cardenal o Papa.
MATRIMONIO
La unión conyugal
tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo una persona que
necesita comunicarse y que necesita compañía. “No está bien que el hombre esté
solo, hagámosle una compañera semejante a él.” (Gen. 2, 18).
“Dios creó al hombre
y a la mujer a imagen de Dios, hombre y mujer los creó, y los bendijo
diciéndoles: creced, y multiplicaos, y llenad la tierra….”.(Gen. 1, 27- 28).
Desde el principio
de la creación, cuando Dios crea a la primera pareja, la unión entre ambos se
convierte en una institución natural, con un vínculo permanente y unidad total
(Mt. 19,6).
Por lo que no puede
ser cambiada en sus fines y en sus características, ya que de hacerlo se iría
contra la propia naturaleza del hombre. El matrimonio no es, por tanto, efecto
de la casualidad o consecuencia de instintos naturales inconscientes.
El matrimonio se
define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer - se
unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse
mutuamente, procrear y educar a los hijos. Esta unión basada en
el amor estando bendecida por Dios, al ser sacramental hace que el
vínculo conyugal sea para toda la vida. Nadie puede romper este vínculo.
Cuando hablamos del
matrimonio como institución natural, nos damos cuenta que el hombre o la mujer
son seres sexuados, lo que implica una atracción a unirse en cuerpo y alma. A
esta unión la llamamos “acto conyugal”.
Este acto es el que
hace posible la continuación de la especie humana. Entonces, podemos deducir
que el hombre y la mujer están llamados a dar vida a nuevos seres
humanos, se desarrolla en el seno de una familia que tiene su origen en
el matrimonio.
Esto es algo que la
pareja debe aceptar desde el momento que decidieron casarse. Cuando uno escoge
un trabajo –sin ser obligado a ello- tiene el compromiso de cumplir con él.
Lo mismo pasa en el
matrimonio, cuando la pareja libremente se casa: se compromete a cumplir con
todas las obligaciones que este conlleva. No solamente se cumple teniendo
hijos, sino, educarlos con
responsabilidad.
El sacramento del
matrimonio origina una unión para toda
la vida. Al dar el Sí quiero
libremente, los esposos quedan sellado por Dios. (Mc. 10, 9) Por lo
tanto, al ser el mismo Dios quien establece este vínculo, no puede ser disuelto
jamás.