miércoles, 20 de noviembre de 2024

SOMOS FELICES ¿O satisfechos?

 
Decía aquel Profesor: Todos anhelamos ser felices. Pero, ¿cuántos realmente logran tal anhelo? Cada uno tenemos nuestra propia visión de un ideal feliz…y corremos tras tal deseo. El primer paso es conquistar beneficios materiales necesarios como alimentos, vestidos, techo. El factor trabajo es imprescindible para lograr tal objetivo. 

Además, no pocas personas están dispuestas a comprometer su integridad por escalar un peldaño en la escala social, debido al hambre de gloria que los lleva a obsesionarse con el trabajo, incluso, hasta la delincuencia para estar a tono de los dictados de la “profecía social”. 

Luego, el necio compite en la “loca carrera del que tiene más…y en el menor tiempo posible, sin interesar los medios” para posicionarse en el estatus que desea. Se afana en poseer casa principesca, vehículos, abultada cuenta bancaria, trapos caros y ser admirado por lo que tiene…no precisamente por su estatura moral. 

Entonces, se autoafirma en sus cosas, dependiendo de sus posesiones para sentirse más que alguien, ignorando que en realidad, es poseído por sus cosas. Y a pesar de todo…se siente satisfecho. (No feliz). 

Si construye la felicidad solo en las cosas materiales (dinero, confort, estatus, vanidad…) transitar un terreno muy resbaladizo. No se niega que las cosas necesarias satisfacen los deseos, pero tal satisfacción, normalmente es de corta duración y lleno de trampas. 

No somos felices dándonos todos los gustos, en satisfacer los sentidos: sexo, alcohol, droga, poder…etc. ¿Qué queda luego de obtener todo lo señalado? Solo vacío y frustración y nada más. Tampoco somos felices dando rienda suelta a nuestra libertad sin frenos ni barreras, pues no debo hacer todo lo que quiero, sino lo que debo. 

Tampoco somos felices siendo irresponsables y patoteros, exigiendo solo derechos y nada de obligaciones. Y finalmente, nadie es feliz si vive de espaldas a Dios. Pues ¿De qué vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mateo 16:26) 

Felicidad es un estado en que la persona goza de la satisfacción completa de todas las necesidades. Esto no consiste en poseer una multitud de bienes materiales, sino en un acto que une con el Bien Supremo y tiene así un valor de consumación y acabamiento. Sinónimo de Bienaventuranza o Beatitud es suprema felicidad. 

Los arrogantes tienen un solo propósito, piensan que son superiores a los demás o inferiores a ellos. La arrogancia puede ser una manera de cubrir sentimientos de inferioridad que se experimenta cuando trata con otra persona, situándose él, por encima de otros. Por eso el arrogante es un ser tóxico… y estará satisfecho, pero nunca… feliz. 

Se dijo: Sé impecable en tus palabras, no te tomes nada personal, nunca hagas suposiciones, siempre da lo mejor de ti y sé feliz haciendo el bien. El modo más seguro de ser felices en esta vida es estar en paz y servir al Señor todos los días. ¡Ta upéicha!

viernes, 15 de noviembre de 2024

¡PUNTUALIDAD: ¿Virtud perdida o nunca adquirida?

 
El Padre Manfredo, al referirse una y otra a la puntualidad, sobre todo, a la celebración eucarística graciosamente decía: “Hay gente que es capaz de llegar tarde hasta a su propio funeral”. 

Afirma Aníbal Romero Sanabria en “La Globalización y los 10 pecados capitales del paraguayo”: La “hora paraguaya”, las 8.00 no son las 8.00, sino las 8.30 o quizás las 9.00. Es un círculo vicioso el ser impuntual, pues saben “luego” que otros llegarán tarde,… No le damos valor al “tiempo que es oro”

Todos conocemos algún especialista en llegar siempre tarde a donde vaya, es decir, nunca llegan a la hora prevista y siempre, con alguna excusa en la punta de la lengua. Aunque haya jurado la consabida expresión: “no te preocupes, ya estoy llegando”. ¿Por qué algunas personas sufren el “síndrome de tardanza”? 

Afirma la doctora Judit Castellà: La impuntualidad se relaciona también con cuestiones éticas y a menudo se califica como falta de respeto, lo que sitúa a los tardones crónicos en la esfera de los maleducados, irrespetuosos o poco empáticos. “En realidad a muchos de los impuntuales no les gusta serlo, querrían luchar contra ello, pero les cuesta porque es un hábito muy interiorizado”. 

Y tú, ¿qué tipo de impuntual eres? Distraído: Personas olvidadizas, propensas a la distracción, con déficit o falta de atención, que no prestan suficiente atención al paso del tiempo, no tienen una percepción realista de él y les cuesta gestionarlo.  

Optimista: Algunos subestiman el tiempo (…) o sobreestiman sus recursos para cumplirla en un determinado plazo y planean demasiadas cosas para hacer y acaban siendo irresponsables. 

Maleducado: A veces la impuntualidad es una conducta aprendida en casa porque los padres nunca llegan a la hora indicada, porque reforzaron esa mala conducta.  

Narcisista: Cree que puede llegar tarde porque está por encima de los demás, y utiliza el control del tiempo y el retraso como una forma de imponerse. 

Histriónico: Llega tarde, para que todos le estén esperando, llama la atención y ser el centro de la reunión. Los psicólogos relacionan este tipo con personas inmaduras y baja autoestima.  

Fóbico social: Quienes prefieren llegar tarde para asegurarse de que ya se habrá reunido un grupo, habrá comenzado la reunión, y no serán ellos quienes tengan que iniciar las conversaciones a medida que llegue el resto. 

Obsesivo-compulsivo: Se obsesiona con comprobar tantas cosas antes de salir de casa ­el gas, la luz, el agua, las puertas…­ que siempre llegan tarde a sus citas. 

PerfeccionistaPasan horas y horas acabando sus tareas, le cuesta finalizar todo lo que hace. 

Depresivo. Le falta decisión y energía para realizar todas las tareas programadas, le da pereza salir de casa, no sabe qué ponerse, qué transporte elegir, y su indecisión y ambivalencia le hacen llegar tarde (o incluso no llegar) a muchas de sus citas. 

Postergador: Hay tardones que necesitan adrenalina para hacer las cosas, que les gusta sentir la presión de tener que acabar todo en el último momento.  

Relativista: Dice “15 minutos no es para tanto” y se disgusta con “la rigidez” de los otros.”

jueves, 14 de noviembre de 2024

ARMONIOSA ... ¡Vida social-Ñande rekove!

 


Es necesario reflexionar sobre la vida social y la sociedad en general. Se piensa que el fin de la vida social es brindar bienestar a la ciudadanía. 

Por eso los humanos nos asociamos no solo para sobrevivir y satisfacer las necesidades personales, sino además para lograr una vida buena, que sólo se alcanza mediante las buenas relaciones interpersonales entre el conjunto de ciudadanos, afirma Ricardo Yepes S. en “Fundamentos de Antropología”, p 243) 

Aristóteles dice que los bienes de la vida social son: justicia, respeto a la ley, seguridad, educación, y sobre todo, los valores que guían la libertad, la amistad y la virtud. Pero, ¿cuántos conocemos los elementos de la vida social? ¿Qué significa para muchos la justicia, el respeto a la ley, la educación, la libertad y la virtud? 

El fin de la vida social es la felicidad. Entonces, la sociedad y sus instituciones (“la ciudad” la Polis) debe ayudar a los humanos a ser felices, es decir, en conseguir el conjunto de bienes que integran la vida buena.

El fin de la ciudad es entonces, lograr “lo que conviene para toda la vida”, para una vida plena y completa. Esto significa que la vida social, la vida económica, cultural y política, tienen mucho que ver con la ética.

En conclusión, la persona necesita de otras para comportarse conforme a lo que es y alcanzar su plenitud, porque no hay un “yo” sin “tú”, al decir de Martin Buber. 

Las buenas relaciones humanas -no son un accidente del que se pueda privar. Entender esto es entender al hombre. La sana convivencia con los demás es parte de la naturaleza humana, es irrenunciable. 

Es absolutamente necesario aprender a vivir en comunidad con decencia y respeto mutuo. Porque: “el que no puede vivir en comunidad, porque de nadie necesita por creerse autosuficiente, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios”, nos recuerda Aristóteles. 

Si eliminamos malas costumbres como peleas callejeras, la prepotencia-mbarete en sus diferentes formas, el desprecio que se demuestra hacia las normas de convivencia humana, entre otras malas conductas, podremos afirmar con satisfacción que, el fin de la vida social, es la felicidad del hombre. ¡Ta upéicha!

martes, 5 de noviembre de 2024

LA VERDAD ES MÁS PODEROSA: “Que el vino, que el rey y que la mujer”

 
Así dijo Tomás de Aquino, a unos jóvenes alumnos, quienes pidieron una respuesta. Y agregó: “Parece que el vino altera al hombre”, incluso, hasta hacerle perder el sentido”. 

El rey es capaz de empujar al hombre hacia cosas dificilísimas, hasta el punto de lograr de exponerse al peligro de muerte. La mujer, por su parte, ¡domina al mismísimo rey! Del libro “Libertad en el Pensamiento” (Antonio Orozco p.14). 

Al parecer, la fuerza de la verdad, como la del vino y la del rey, palidecen ante el titánico poder de la mujer. Luego, verdad, vino, rey y mujer son elementos capaces de variar el corazón del hombre. El vino, destraba la lengua y hace hablar “hasta por los codos”. 

Entre las cosas que mutan la tendencia de los sentidos, el deleite es la más irresistible y, en este campo, la mujer es más poderosa, habida cuenta que es capaz de someter al rey. Pero, la razón grita que: “la verdad es lo más digno, lo más excelente y lo más fuerte”. 

Tal argumento es muy saludable en nuestros tiempos, en los que andamos tan necesitados de buen gusto, decencia, honestidad y en permanente ayuno de sabiduría. El hombre es carne espiritual y espíritu encarnado y forma un todo por la razón que es lo más alto que hay en él. El ser humano debe vivir en la verdad. Su fin es la verdad. 

Hoy la verdad está aplastada por el deseo de poseer que arrasa y devora al humano, como un terrible tsunami. Ya no sabe quién es y para qué está en el mundo. Entonces, vive desencantado y sin sentido. 

Por eso se zambulle en vicios -entre ellos el alcohol- muriendo y matando en sus diversos modos: Asesinatos, accidentes, imprudencia, violencia en la casa, en la calle, en la escuela, en el estadio, etc. 

Hoy no es fácil hablar con la verdad, la conducta maltrecha de muchos, los paraliza. La carencia de veracidad es una grave dolencia que tiende a convertir al hombre en bestias, porque anula el ejercicio del entendimiento, creado, precisamente, en vista de la verdad. 

Nuestra realidad actual está pintada con un salvajismo incontenible. No se recuerda haber vivido tanta violencia como en estos tiempos. La prensa escrita, oral y televisiva nos bombardean e inundan nuestras vidas con trágicas noticias. 

Que Tomas de Aquino visite nuestras instituciones públicas y privadas, como a las familias, y nos invite a ingresar a esa compleja empresa llamada nuestro Yo. Ya lo dijo el Maestro: La verdad os hará libres” ¡Ta upéicha!

viernes, 1 de noviembre de 2024

NUESTRO DIARIO: ¡Contrasentido!

   

Hoy, se alaba el avance casi omnipotente del progreso tecno-científico. Y a ese optimismo y explosión desbordante de saberes, llamaron: cientificismo. No es para menos, teniendo en cuenta los beneficios que aportan al hombre. Pero, el futuro, está repleto de incógnitas, debido a algunas dudas:

*Superpoblación. En el año1900, la población era algo más de 1.000 millones. Hoy, se habla ya de 7 mil millones. Y en el 2025, estiman que llegaremos a los 10 mil millones. El excesivo consumo, la constante contaminación ambiental como la polución material y moral, amenaza seriamente nuestra fauna. 

*Hambre. Nunca como hoy se produce cantidad de bienes de consumo. Pero, millones de seres humanos padecen y mueren de hambre en el mundo. La grieta entre ricos y pobres al inicio de este siglo se agranda y profundiza. Estudios revelan que, en el siglo XVII, la proporción de desigualdad era de 1 a 5 y ahora, esa desigualdad llega a ser de 1 a 4.000. ¡Qué contrasentido! 

En los países ricos se guardan toneladas de alimentos, mientras que millones de niños desnutridos están condenados a mendigar. Y ¿Qué dicen los amos del mundo? 

*Violencia: Decimos amar la paz, pero el mundo está cada vez más hostil. No hablamos de las guerras mundiales ni de los interminables actos terroristas. 

Las diferencias sociales, políticas, vecinales y familiares provocan peleas y muertes. por eso, llamaron a este fenómeno de violencia urbana “síndrome de ratópolis”, porque las ratas se matan entre ellas. ¿Qué dicen los gobiernos e intelectualoides de su currículo académico? 

*Globalización. Dicen que el sociólogo McLuhan, acuñó en 1962, el vocablo “aldea global” para describir los procesos de “integración e intercambio” de las sociedades humanas. Contribuyó a estos logros tecnologías como la Tv, Internet, el inglés y la americanización de la cultura. 

Pero, la globalización es un contrasentido, porque en realidad beneficia a muy pocos y excluye a dos tercios de la población, es decir, a la mayoría. Se pierde lazos de solidaridad, la familia se desintegra, los matrimonios escasean; en cambio, aumenta la desconfianza, la inseguridad y la soledad. Lo que se socializa es el Vyroreí.

Así, el individuo se fractura en diferentes “yoes, porque muchos son los ídolos que idiotizan a las masas: Programas de Tv basura, revistas del corazón entre oros anuncios violentos y pornográficos, disfrazados de “diversión familiar”. 

*Corrupción. Casi ningún país se salva de esta plaga social. Muchos políticos pregonan la necesidad de transparencia, pero constantemente se denuncian actos de corrupción: ningún poder del estado se salva, en éste o en aquel país. 

Diariamente los medios de comunicación denuncian transacciones ilícitas, compra de conciencia, tráfico de influencia, fraude fiscal, relajamiento de autoridades, robos, sobornos, mentiras, grosera impunidad. ¿Qué hacer ante tanta podredumbre individual, social y moral? 

Pero, el reino de justicia se impondrá, y ...ay  de quienes oigan a Cristo, en aquella hora terrible decir: "Apártense de mí, malditos, vayan al fuego que no se apaga, preparado para el diablo y sus ángeles(Mt 25:41). ¡Ta upéicha