sábado, 24 de marzo de 2018

SÓLO DIVERSIÓN Y “VYROREÎ

¿ESTO ES LO QUE QUEREMOS?

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Sin un significado profundo, aun las actividades más importantes pierden valor y no dan alegría, todo nuestro afán se reduce a mero activismo estéril y desordenado,  Afirmaba aquel profesor..

Las noticias muestran terribles consecuencias de la vida cadavérica, resultante del incontrolable y frenético comportamiento juvenil. Las nuevas generaciones optan por hacer mucho ruido, y a la vez, no hacer nada – se entiende por nada útil- que valga la pena.

Es lamentable el espectáculo de esta juventud perdida en la jungla del vyroreî, rehén del “tonto veloz” -celulares y redes sociales porque velozmente atonta;a viejos, también-, sin saber qué otra cosa hacer, buscando placeres enlatados, para llenar su fallida existencia.

Desperdiciando su vida entre alcohol, orgías y ruidos molestos, amenazados por el fantasma de la droga, van arrastrando su existencia como si fuera un cadáver que llevan a cuestas y al que no quieren mirar, para no sufrir el espanto de ver lo que uno en realidad tiene tras de sí.

Asumiendo postura de irresponsabilidad, vaciedad, prepotencia y desinterés por lo que realmente vale pena, se mueven zombies, víctimas de la vida y victimizando a los demás. Obsesionados con la idea de pasar lo mejor posible, se ingenian en perder el tiempo en el “vyrorei”, consumidos por el alcohol que les consume, volviéndose indeseables parias sociales.

En una sociedad donde se enseña que el fin de la vida es ganar plata y farrear, los hombres están llamados a militar en ese ejército de imbéciles, donde la regla es: vive de prisa y muere joven. Con la muerte del joven alcoholizado, se constata que ha sido una vida estúpidamente, malgastada. 

Algo totalmente diferente ocurre cuando un joven muere por un noble ideal, dejando tras de sí una vida de sana convivencia al servicio de sus semejantes o entregada a una gran obra de transformación del mundo y de sí mismo.

Considerada de forma global –salvando las excepciones que encontramos a diario-, la juventud actual presenta todos los síntomas del cansancio vital propio de la sociedad desenfrenada: su perfil es el de una juventud prematuramente envejecida.

El juvenilismo, (culto a la juventud), ha venido a agravar este problema, ya que ha dejado a los jóvenes la idea de vivir la vida al estilo Sodoma y Gomorra,  privándoles de la guía para encauzar correctamente su vida, reflexiona aquel conferencista.

Con el cuento de que "al joven hay que dejarlo vivir", se ha inyectado el dulce veneno: "libertad sin límites y carta libre para todo tipo de desatinos y errores; luego, son ellos los que deben darse a sí mismos sus propias normas. Baste un solo ejemplo de salvajismo delictuoso: bautismo estudiantil.

Se les ha incitado a prescindir de la formación y orientación que les es imprescindible, y no pocos repiten como mantra y con timbre de gloria: prohibido prohibir. Esa desorientada veneración de la juventud, que hace estragos en nuestro tiempo, es  una magnífica culto de adoración al fracaso.

Como causas de la actual crisis juvenil han señalado tres graves carencias: ausencia de soporte afectivo (no sentirse amparado y querido), falta de ideales (que den sentido a la vida) y carecer de una misión (a la cual entregarse para proyectar sus energías). 

Ojalá este tiempo de Cuaresma, aprovechemos para reflexionar sobre la responsabilidad que todos tenemos para transitar por las anchas avenidas de sabrosa convivencia y espíritu solidario. Nuestra juventud merece un futuro más digno.

Los primeros responsables de este caos instalado somos… ¡los mayores! 

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