Dice Alfonso Milagro: Si no con
frecuencia, al menos de cuando en cuando te sorprendes a ti mismo después de
una verdadera pelea con los tuyos, con los que más amas en la vida, o con los
que te están rodeando a diario por motivo de trabajo, de vecindad, etc....
Y después de haberte dejado llevar de tu nerviosismo, ya sereno, recuerdas lo pasado y viste que ellos tenían razón, y no tú. Otras veces, claramente, la razón era tuya, pero que fuiste bastante niño y terco en la defensa de tu razón.
Así, en toda discusión perdiste, toda pelea es inútil, no sirve para aclarar la verdad, ni para acercar corazones; más bien los alejó, con la razón de tu parte, o no, quedaste amargado y muy lejos de los tuyos. Entonces, recapacita, no te quedes con la pena, con lo negativo.
Así
que, mi buen amigo, te dejo esta reflexión que me enviaron: “El auto limpio”: “Le gustaba mantener su auto impecable. Siempre parecía
recién lavado, no pasaba 3 o 4 días para que lo lave de nuevo. No era por ser
nuevo, ni nada de eso, era más bien un hábito, casi una obsesión.
Una mancha, un
poco de polvo, un salpicón de agua era suficiente motivo para darle una ducha
rápida.
A no ser que esté
pasando por momentos no tan buenos, allí se relajaba un poco el hábito y pasaba
hasta dos semanas sin lavarlo. Pero, increíblemente llegó un tiempo donde miró
la mugre impregnada por la chapería y no le producía ninguna sensación.
¡Él estaba irreconocible! Dejó pasar un mes, y no le molestaba la suciedad, por
fuera ni por dentro. ¿Tan mal estaba? Y claramente… ¡estaba muy mal!
Un día se predispone a salir para el trabajo y antes de subirse observa una inscripción en la chapería del vehículo y donde más mugre había decía: “Papi te amo”… era la letra de su hija”.
Hay días buenos y malos, momentos y momentos. Muchas cosas cambian, el ánimo puede cambiar, la situación económica puede cambiar, hasta los hábitos pueden cambiar.
Hay
algo que nunca cambia: ¡El amor y perdón de Dios! No importa
cómo te sientas. Inclusive puedes estar o sentirte mal, angustiado, sucio y
desanimado. Pero, hay un lugar en tu vida donde hoy mismo Dios escribe: Hijo (a):
TE AMO….
¡Perdonar y ser perdonado! El perdón lleva a empatizar, comprender y compadecer a quien te hizo
daño. Perdonar no significa olvidar el mal que se
te hicieron…Aunque no creas, perdonar da una paz que te ayuda a seguir con
una vida mejorada. ¡No es fácil!
Pero, cuando perdonamos, nos liberamos del rencor acumulado y dejamos que cicatricen nuestras heridas. Dicen que la la raíz griega de “perdón” significa “cambiar y alterar”.
De
ahí que perdonar sea una oportunidad de limpiar nuestro presente, aunque la
ofensa que arrastramos haya afectado nuestro pasado. Dicho de otro modo, es
mejor, es lucro y por lo tanto, más conveniente para uno perdonar.
¿Cuántas veces tengo que perdonar….hasta siete veces? A lo que le contestó Cristo: “No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21-22).
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