LETRA “O”: ¡SATANIZADA!
La letra “o”, tildada de sexista. “Todes les diputades”: el “lenguaje inclusivo” avanza entre los jóvenes y genera polémica. Lo usan cada vez más para no “invisibilizar” a las mujeres. Pero para la Real Academia es innecesario y suena mal.
Todes", "nosotres", "les" y
"diputades".... La vicepresidenta del centro de estudiantes del Carlos Pellegrini, habló así ante las cámaras de TN,
con una naturalidad asombrosa, en un video que rápidamente se viralizó. La tendencia ya se
expandió: muchos chicos lo usan a
diario, en sus casas o en la escuela. ¿Le declararon
una guerra a la letra "O"? (cf.Vanesa López-Clarín.com
12.06.18)
Decir 'todes les niñes', me
niego. No me da la gana. No porque sea académico, porque yo soy un escritor
profesional (...) me niego a que me digan cómo tengo que escribir para no ser
machista" aseguró este domingo el escritor español Arturo Pérez-Reverte en
Buenos Aires.
Bajo su punto de vista, el lenguaje
inclusivo, uno de los temas con los que se ha creado polémica en el último año
en el país suramericano y que busca la igualdad a través de una lengua sin
género, es una "estupidez" que le "entorpece" a la hora de
ejercer su profesión como escritor.
"Yo tengo que escribir con
claridad, en un código que mis lectores comprendan y compartan, entonces, otra
cosa es que el club de niñas analfabetas de Rosario (Santa Fe, centro) me diga
cómo tengo que escribir mis novelas para no ser machista", sentenció.
El autor español aplaudió lo que
consideró "feminismo serio", como el de su novela "La reina del
sur" (2002), de la que aseveró que se usa como "cátedra del feminismo
en algunos países", y criticó que, en un mundo donde "la inteligencia
está penalizada" en las escuelas, "los imbéciles están ganando". (cf. EFE Buenos
Aires 29 abr. 2019)
Al punto, retomo un comentario referido
a la imbecilidad. “Un imbécil reflexionando sobre la imbecilidad de otros
imbéciles: así se define Maurizio Ferraris (1956- filósofo y académico
italiano), en su ensayo “La imbecilidad es una cosa seria”'.
"Imbécil" no es solo insulto,
un exabrupto de mal gusto. También es una categoría de abasto universal (...) Como el agua para los peces, la imbecilidad nos
rodea, nos envuelve; la necesitamos para vivir y para movernos (...) porque no hemos conocido otra cosa.
"Defino
la imbecilidad como ceguera, indiferencia u hostilidad a los valores
cognitivos, más extendida entre quienes tienen ambiciones
intelectuales", afirma Ferraris:y agrega:.
Es como una dialéctica
constitutivamente humana: por un lado, "imbécil es el hombre en estado
natural"; lo es como ave implume, como descendiente del mono, como
expresión de una disposición innata. Pero por otro lado, "la imbecilidad
aqueja al ser humano también y sobre todo cuando trata de elevarse por encima del
estado de naturaleza" (...)
Sin embargo, aunque sea una realidad
global, no debemos pensarla
como un estado permanente, como un destino inescapable. La imbecilidad es
transitoria, inconstante, sorprendente. La imbecilidad no entiende de clases, de
etnias, de causas políticas: es transversal y voluble, sin una naturaleza fija.
Podemos
ser imbéciles de muchas maneras.
¿Cuándo pondremos fin a este modo
irracional y estúpido de desagradable mal hablar?: Todes", "nosotres",
"les" "diputades",
etc. ¿Cuándo tomaremos conciencia de que nuestros tilingos gustos no
debemos imponer como realidad objetiva?
Vive el hombre posmoderno tomando ideas absurdas,
está siendo empujado a abrazar nuevos modelos, así sean estos descabellados
(moda). Otros dominan, haciéndonos cambiar de opinión, constantemente..
No somos “nuestras ideas”. Tampoco lo
son nuestros modelos de conducta. Sólo pensamos ideas ajenas. Jordan Bernt
Peterson (Canadá 1962) psicólogo clínico, crítico cultural y profesor de
psicología, tiene razón en que las reglas deben ser convincentes para poder ser
seguidas.
En cuánto tiempo más, de seguir con esta
faraónica tilinguería, no diremos: les ojes, les dedes, les pajares, les diccionaries,
les teléfones, les manes…¡ajepa ñande tavy añeteté voi”
Sin embargo, es más fácil seguir reglas
que están sujetas a caprichos de cualquiera, como el triste caso que
nos ocupa: los gángsters del
idioma. ¡Hasta otre memente!
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