2ª PETICIÓN DEL “PADRE NUESTRO”
Es conocida la frase: “Cristo es nuestro
Señor y Rey de reyes a quien servimos”. También rezamos: “Venga nosotros tu Reino”…pero, en realidad, qué
significa todo lo dicho?
Hoy, mucha gente hace lo que le viene en
gana o cree - en el mejor de los casos - hacer lo correcto. Luego, “El hombre actúa como si fuera medida de todas las cosas”, según afirmaba
Protágoras. Con otras palabras, el hombre es la norma de lo que es verdad para
sí mismo, lo que implicaría que la verdad es relativa. Esta
afirmación - dirá Secundino Núñez - tiene una fuerte carga antropocéntrica.
Así las cosas, el Yo del terrícola, es
su propio “dios”. Luego, ¿qué le impide desarrollar sin frenos ni barreras su
“síndrome de diocesillo” con elevada dosis de pokaré-mbareté, arrojando
al tacho de basura los Diez Mandamientos, valores universales y perennes?
Y creyéndose libre y autónomo, el hombre es conducido por “el caballo de su carro”, es decir, por sus bajas
pasiones y deseos enfermizos, convirtiéndose en paria... pedaleando inútilmente en
el aire….
Hace falta comprender, que el hombre
no es superior a una rata porque teclea un celular o conduce un automóvil. Solo
es un infeliz en el reino de su pobre existencia. Somos composiciones
sumamente complejas de egoísmo, vanidad, deseos de éxito, amor, envidia,
generosidad…afirma Jaime Barilko en Valores y Virtudes, p.5.
Los humanos se matan entre sí, por
nada…pero pelean por salvar a una
ballena. Las mujeres abortan porque un bebé es “problema” en su profesión; varones y mujeres alteran la ley natural, y cada quien “elige” el sexo que
quiere, las familias se rompen porque así manda la dictadura de la “común
opinión”. Amor, solidaridad, perdón etc, son temas raros, arcaicos... En el Padre nuestro pedimos:
a. Para que todo
esté sujeto a Cristo Rey. Sin embargo, muchos hombres viven de espaldas a Él. Pedir
que venga el reino de Dios significa someterse a su justo veredicto. ¿Estamos
listos para ser juzgados por estar sujetos a la voluntad del Rey o a sufrir las
penas más horribles?
b. Suplicamos
participar del reino celestial. La voluntad de Dios
es que todos los hombres se salven, al tiempo que, en este mundo hay tantas cosas que se
oponen a la salvación de los hombres.
En el reino de Dios, “La criatura estará libre
de la servidumbre de la corrupción” (Rom. 8,21). Y no solo serán libres, sino
también sacerdotes y reyes. (Ap. 5,10) Este Reino deseamos por tres razones: 1)
Por la justicia que hay en él. 2) Por la perfectísima libertad que allí se goza. 3) Por la admirable grandeza
del gozo. (Beatitud, es decir, felicidad indescriptible y eterna)
c. Que no reine en nosotros el mal. En el mundo reina la injusticia, el crimen, soborno, codicia,
orgullo, robos, maledicencia, envidia, adulterio…“No reine en vuestro cuerpo el
pecado” (Rom. 6,12) Esto se cumple con cuando Dios reina en mi corazón.
“Bienaventurados los
mansos y humildes de corazón” (Mt. 5, 4). Si deseamos el Reino de Dios, la
gloria del paraíso, no deberíamos preocuparnos si perdemos cosas mundanas.
Por eso, el Rey nos invita: “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”
(Mt. 11,19)
Si pedimos que venga el Reino de Dios, es necesario que disminuyamos nuestro apocado reino.
Si pedimos que venga el Reino de Dios, es necesario que disminuyamos nuestro apocado reino.
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