ENTENDIMIENTO Y VOLUNTAD
Existen actitudes muy radicales que chocan violentamente con el sentido común y, por lo mismo, contra la vida misma al negar evidencias. Algunas de estas posiciones han sido adoptadas por personas de notorio poder intelectual... afirma el P. Antonio Orozco Delclós.
¿Cómo es posible que se pueda llegar a afirmar, por
ejemplo, que el sexo de una persona está determinada por la sociedad… que es
una cuestión cultural o que las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo? Semejante
desatino cualquier niño podría refutarla.
Si el entendimiento está por naturaleza ordenado y
abierto a la verdad, sus errores no pueden ser debidos sólo a la falta del entendimiento.
¿Qué elementos distorsionantes ciegan la mente y mueven al hombre a abrazar
errores de tanto calibre. Es necesario trabajar mucho, porque un error no se
elimina hasta que no comprendan las causas que lo han ocasionado.
Sucede que las
facultades del hombre no son compartimentos estancos; se hallan -sin confundirse-
como una en la otra. No se olvide que es el hombre el que entiende por su
entendimiento y quiere por la voluntad.
Como el intelecto se entiende a sí mismo, de igual modo, la voluntad
quiere querer, (o no querer). Así, la razón mueve a
la voluntad mostrándole el objeto (que es su fin), pero la voluntad mueve a la
razón imperando su acto.
"Intelecto y voluntad se implican mutuamente"; en sus operaciones "hay
una cierta similitud con el movimiento circular, en el cual el último movimiento
viene a ser el primero (...) Así, aunque el intelecto sea simplemente anterior
a la voluntad, sin embargo, por la reflexión viene a ser posterior y de este
modo, la voluntad mueve al intelecto".
Una vez consumado el primer acto del intelecto (conocer), hace ya su aparición en escena la voluntad (querer) cuya estimación será decisiva para las sucesivas operaciones del intelecto.
El conocimiento
pertenece única y exclusivamente al entendimiento (momento del acto de conocer,
en cuanto conoce esto o aquello). Pero en el ejercicio de la operación concurre
la voluntad consintiendo (autoriza, admite) o imperando (manda, ordena). La
voluntad no conoce la verdad, pero la capta como conveniente o inconveniente al
sujeto.
Por eso "se
dice que los grandes pensamientos nacen del corazón; y se añade que, del
corazón nacen también los grandes errores.
El
corazón no piensa ni juzga, no hace más que sentir; pero el sentimiento es
poderoso. elemento que multiplica sus deseos. Cuando el entendimiento va por el
camino de la verdad, los sentimientos nobles y puros contribuyen a darle fuerza
y brío; pero los sentimientos depravados, pueden extraviar el entendimiento más
recto".
Entonces, la voluntad puede mover al intelecto
de modo que éste insista en el conocimiento de alguna verdad, pero puede
también lograr que el entendimiento desista del empeño, cuando le repugne
alguna verdad que le alejen de las evidencias que le resulten odiosas.
Por eso dice Tomás que "entendemos
porque queremos, imaginamos porque queremos, y usamos de todas las demás
potencias y hábitos porque queremos". Cabe preguntarse
cómo estando la voluntad ordenada esencialmente al bien, y siendo la verdad un
bien, puede rechazar u odiar alguna verdad.
Ocurre que lo
verdadero, en general, universalmente considerado, es siempre un bien; pero en
particular -esta o aquella verdad- puede presentarse como algo contrario o
repugnante:
"Conocer
la verdad es en sí mismo amable; por que
los hombres aman la verdad que les ilumina. Mas su conocimiento puede resultar
incidentalmente odioso, por cuanto impide gozar de algo que se desea"
o "en cuanto es un estorbo para otras cosas que más ama". Dice el Salmo: no quiso entender para no
obrar bien".
"Así, algunos no quieren conocer la
verdadera fe para pecar sin trabas; a éstos se refiere la Escritura cuando
dice: No queremos la ciencia de tus caminos". "Así el hombre
odia a veces una verdad porque quiere que no sea verdadero lo que lo es".(Tomado de “La libertad en el pensamiento” Antonio Orozco Delclós, pgs 116 y sgtes)
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