DEJA GRAN LECCIÓN DE VIDA
Todos sabemos que un día moriremos. Tal certeza provoca desagrado y repugnancia. ¿Es por desconocer lo que sigue después? La realidad es que nada ni nadie puede posponer ni un segundo el día de su muerte. Atribuyen a Heidegger haber dicho: “El hecho de que el hombre nada más nacer, es lo suficientemente viejo para morir”.
La historia relata que Alejandro Magno (356-323 a.C.), rey de Macedonia fue uno de los líderes militares más importantes del mundo antiguo. Valiente y generoso, como cruel y despiadado, cuando la situación política lo requería. Pero, deja como legado Tres deseos para su funeral...
1.
Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de
la época.
2.
Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran
esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
3.
Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista
de todos.
Uno
de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó cuáles eran
sus razones. Alejandro le explicó:
1. Quiero
que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO
tienen, ante la muerte, el poder de curar. 2.
Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que
los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen. 3. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las
personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías
partimos.
El secularismo cierra con cemento armado la puerta hacia Dios, haciéndole
creer al hombre que no hay más vida que la presente (…) y que todos los mundos
sólo pueden encontrarse en éste. Esto implica una profunda crisis de
valores que hace entender la vida humana nicamente en función del placer o
el bienestar que se posee.
Alguien dijo que al morir nada material
te llevas. Las buenas acciones son una especie de cheques de viajero. El “tiempo” es
el tesoro más valioso que tenemos porque ES limitado. Podemos producir más
dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le
estamos entregando una porción de nuestra vida.
El mejor regalo que puedes dar a la
familia o al amigo, es tu tiempo. Todo tiene su tiempo, y todo lo que posees debajo
del cielo tiene su hora: Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y
tiempo de arrancar lo plantado…(Eclesiastés 3, 1-8)
La carta de Pablo (Heb 9:27) dice: “Y así como todos
han de morir una sola vez y después vendrá el juicio”. Con razón afirma
el P. Antonio Orozco Delclós, “las cosas son lo que son, las cosas son como
son: independientemente de cómo yo las quiera o piense”. (…)
Pero -esta o aquella verdad- puede
presentarse como algo contrario o repugnante (…) "como sucedió a aquel del
que dice el Salmo: no quiso entender para no obrar bien". "Así, algunos
no quieren conocer la verdad para pecar sin trabas; a éstos se refiere la
Escritura cuando dice: No queremos la ciencia de tus caminos". "Así
el hombre odia a veces una verdad porque quiere que no sea verdadero lo que lo
es".
Pasan días, meses, años y nosotros
pasamos los 30, 40, 50, 60 años… y un día será el último. Leída la lección de
Alejandro Magno: ¿por qué no hacer el desafío de vivir cada momento como si
fuera el último? ¡Disfrutar del momento… haciendo el bien!
Cada día, los momentos son importantes.
¿Por qué no abrazar y besar a mi esposa, hijos, nietos? ¿Por qué no pensar que
tal vez sea el último beso, la última despedida, la última conversación, con
los amigos, vecinos, compañeros de trabajo o escuela…perdonar y pedir perdón? Sin
duda, la vida sería más sabrosa si se viviera como si cada momento fuera el
último. Disfrutaríamos mucho más de cada momento por pequeño que fuera.
Para pensar: “Ante lo que ocurre después de la muerte”, la ciencia calla, no sabe, no responde. Y…“aunque se reúnan todos los médicos, científicos y poderosos de la tierra, no serían capaces de resucitar a un piojo muerto”
Por lo dicho y
no dicho, me atrevo proponer
una verdadera “eutanasia espiritual”, que consiste morir en Cristo, es
decir, morir en gracia de Dios, morir de la mano de Jesús y
guiado por Él, para acceder a una nueva morada que nos tiene prometido para
siempre. Con esta convicción no tendremos miedo a la Parca. Así dicen, quienes dicen saber....Y el querido P. Manfredo preguntaría: Y a vos ¿qué te parece?
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