martes, 9 de octubre de 2018

CORTESÍA , DELICADEZA, RESPETO...

                                                    ¿ VALORES PERDIDOS?
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No supone tarea difícil advertir que las relaciones interpersonales, en el trabajo, en la familia, en la vecindad…están debilitadas y por consiguiente, urge reflexionar con dedicación y entrega esta realidad. No hay dudas que abundarán argumentos y motivos, para explicar el fenómeno.
A mi juicio, algunos de esos posibles motivos es haber perdido el valor de la delicadeza personal. Quizá se malentienda que cualidades como finura, suavidad, distinción, cariño, etc., sea sinónimo de debilidad o falta de hombría.

En una sociedad donde la prepotencia matonil, grosería, indiferencia, el vulgar arrieraje y descortesía sientan sus reales…imagino muy difícil, ser cortés, respetuoso, y amable, sin que el imaginario colectivo, no lo asocie de manera errónea y desfigurada, con el mundo de “maricas” en oposición al “machote”.

Ejemplos: No saludar al vecino, al compañero de trabajo, a alguien con quien me cruzo en la calle, ¿me hace más o mejor, o demuestro lo indigente, evasivo, y maximísero que soy? o, ¿creo que mi saludo es demasiado regalo no merecido por el otro?

- Saludar es una cortesía; no depende de mi agrado o simpatía. No saludar, en cambio, es negar buenos deseos al otro en el día, o peor aún, muestra de desprecio al hacerme “superior” al otro, “inferior”, que no merece mi saludo.

- Delicadeza al hablar. ¿Cómo y cuál es mi actitud en el trato con los demás?. ¿Soy delicado en la forma de hablar, teniendo en cuenta el tono, la paciencia, las palabras, o digo lo que quiero y como quiero, porque nadie me lo impedirá?.

¿Quién no se ha arrepentido por alguna palabra dicha de mala manera, que - sin querer o queriendo - ha ofendido a alguien, generado malestar o confusión, porque “disparó” sin criterio razonable lo que dijo, creyéndose con derecho a decir cualquier cosa, en cualquier momento y a cualquier persona?

Es contrario a la delicadeza hablar de los demás. ¿Quién de los mortales tiene capacidad y derecho de hablar de las intenciones del prójimo, sin caer en la estúpida pretensión de adornarse con el “síndrome de diocesillo”?

Delicadeza es necesaria hasta para reclamar nuestros justos derechos que están garantizados por ley. Y sin embargo, comprobamos que muchas veces, mi derecho se extrapola más allá de los límites, al  atropellar derechos ajenos que nada tienen que ver con mis desatinados “derechos”. Esto es delito. 

Delicadeza es respetar al otro como alguien igual a mí. Ejemplo, si al momento no me es posible atender la llamada telefónica, luego tengo que devolver la llamada. Eso es cortesía, respeto. No hacerlo, es bravuconada matonil o ignorancia…o ambas cosas. La mejor noticia que puede dar al mundo, un ejemplar de esta calaña -si no se redime- es su: desaparición.  

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