“LENGUA” MORDAZ (MALEDICENCIA)
El diccionario define maledicencia, como la acción o hábito de hablar con mordacidad en perjuicio de alguien, denigrándolo. El Catecismo (2479) dice: La maledicencia y la calumnia destruyen la reputación y el honor del prójimo…
Grave pecado de la lengua es la
calumnia, que daña la reputación de otros dando ocasión a juicios falsos. Al
aceptar falsas acusaciones contra el prójimo, nos hacemos cómplices de juicios
temerarios. Comentar estas mentiras con otros nos hace instrumento del calumniador.
Así, la maledicencia lesiona las virtudes de la justicia y la caridad” CIC 2478.
Atenta contra el derecho natural de la persona, a su reputación y al respeto
que se merece.
Quienes usan la lengua pretendiendo destruir
a las personas -dice José Ingenieros- se
tornan peligrosos y nocivos. Detestan a
los que no pueden igualar... Sin alas para llegar hasta ellos, los rebajan: su poca
valía les induce a roer el mérito ajeno. Clavan sus dientes en toda reputación
sin sospechar que nunca es más vil la conducta. (El Hombre mediocre p. 61).
Basta ese rasgo para distinguir al
doméstico del digno, al ignorante del sabio, al hipócrita del virtuoso, al
villano del gentilhombre. Los lacayos hurgan en la fama; los hombres excelentes
no envenenan la vida ajena. La Envidia la precede; el Engaño y la Hipocresía la
acompañan. Pasiones traidoras suman su esfuerzo implacable para el triunfo del
mal.
Los maldicientes florecen en los
cenáculos, en los clubes, en las academias, en las familias, en las profesiones,
acosando a todos los que perfilan alguna originalidad. Hablan a media voz… en
su afán de taladrar la dicha ajena, echando semilla de todas las yerbas
venenosas. La maledicencia es una serpiente que se insinúa en la conversación
de los envilecidos…
Mienten con espontaneidad tanto como
respiran. Hablan con lengua viperina de lo que no están seguros y, callan el
bien que deberían decir. No respetan las virtudes del prójimo; inyectan la gota
de ponzoña que asoma como una irrupción en sus labios irritados, hasta que por
toda la boca, echan bolsa de pus, pero, en vez de salir lengua, sale un
estilete.” (p. 62)
Muchos somos “amigos” de personas que
continuamente hablan de los demás, como si algún poder divino les hubiera
otorgado esa autoridad. No lo hacen de modo “casual”, sino con maldad rutinaria,
buscando la complicidad de otros en aquello que critican.
Nadie tiene derecho y menos los cristianos,
de maldecir y calumniar. Porque, ¿quien asegura que no somos iguales o peores
de aquellos a quienes criticamos? Por ello: ¡cuidado
con quien habla mal de los demás!... o, vos y yo, ¿seremos la excepción?
El Libro sagrado condena la
maledicencia: “Si alguno se cree
religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón,
su religión es vana” (St.1,
26). El que murmura se perjudica a sí
mismo, y el vecindario le detesta” (Eclo 21,28)
“Que no te llamen murmurador, no enredes a los demás con tu lengua, porque
sobre el ladrón cae la vergüenza, y severa condena sobre el que habla con
doblez” (Eclo 5,14) “
“No
hablen mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su
hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres
un cumplidor de la Ley, sino un juez”. (Santiago 4,11) Diálogo aleccionador.
Un joven dice a Sócrates: ¿No te has enterado?..
Un joven dice a Sócrates: ¿No te has enterado?..
¡Espera!
Interrumpe Sócrates- ¿Pasaste por los tres filtros lo que vas a
contarme?... ¿Tres filtros?...
Sí. El primero es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que vas a contarme es
cierto? No. Comentaron unos vecinos… Pero, supongo que al menos lo hiciste pasar por el segundo filtro, que es la bondad.
Lo que deseas decirme ¿es bueno?
- No, en realidad, no. Al contrario…
¡Ah, tampoco pasaste por el tercer filtro que es la necesidad!.. ¿Es necesario que yo sepa eso que tanto querés contarme?.. A decir verdad, NO…Entonces, el sabio concluyó: “Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido”
¡Hay en la vida tantas cosas que
valen la pena!..¿Para qué chapotear en fangos tan despreciables que no son
verdades, ni buenos, ni útiles? No perdamos de vista lo que dice la biblia
en Lucas 6:45 “De la abundancia del corazón habla la boca”
Cada quien opta
por un corazón limpio y generoso… o por una pestilente cloaca.
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