Desear, anhelar, querer es normal y razonable en todo ser humano. Tanto es así, que la voluntad se mueve por el deseo, según la fórmula aristotélica. Pero, dirá Carlos Díaz: una cosa es el querer valioso y útil; otra cosa es el desear lo fácil, inconsistente e inútil.
Luego, es dable esperar que entre estos
dos “yos” se entable de por vida un pleito. Un ejemplo de querer lo fácil,
inútil e intrascendente, sin duda es el “bautismo estudiantil”, sean de nivel
secundarios o, peor aún, terciarios, sinónimo de bestialidad irracional.
Ejemplo. Los “bautismos” de alumnos, son
tomados como un ritual al que someten a los ingresantes, nuevos “bichos”,
obligados a asistir ante el temor de que sufran algún tipo de bullying mientras
estén en el colegio o en la facultad.
Es por ello que para unos es solo una
fiesta de bienvenida, pero para otros es un evento denigrante y riesgoso, ya
que bajo los efectos del alcohol, esta celebración se sale de control,
inclusive dejando personas en coma. Deseo desordenado, voluntad débil.
Con razón Blanca Lila Gayoso, el 03.10.13
en “La falta de ética y moral en la educación” decía: “En las aulas es donde
están los cambios porque allí se desarrollan los pensamientos y nacen las
grandes ideas. La pedagogía es un arte y una ciencia.
Su esencia es enseñar lo bueno, lo justo
y lo correcto. Debe enseñar a ser mejores personas. Esta responsabilidad es de
los docentes, quienes deben poner en práctica la ética, la moral y el
compromiso en sus vidas personales y laborales”.
Y la directora ejecutiva de Laspau (organización afiliada a la Universidad
de Harvard, que ha beneficiado con becas a 17 mil estudiantes
latinoamericanos), Angélica Natera sostuvo que el problema de la corrupción es
una de las consecuencias de la educación universitaria, recibida por
profesionales que participan en actos reprobables.
Las universidades están
obligadas a formar profesionales con ética y si los estudiantes no pueden
demostrar esta disciplina en sus estudios, no merecen convertirse en
profesionales. (cfr. Profesionales corruptos, producto de mala educación
universitaria (Tacna 14.03.17).
Con la crisis hoy es urgente replantear
la pedagogía. La tan cacareada educación del siglo XXI (excelente en discursos
y power point), requiere profundos cambios y una filosofía cuyo centro ha de
ser la persona, su desarrollo intelectual y sobe todo, moral.
Hay mucho “profesor” y pocos maestros
guías y modelos. La tarea de maestro no es fácil porque son sembradores de semillas
de esperanza y responsables de transformar la nación. Nuestro país necesita una
revolución personal y comunitaria, que consiste en apuntar el cañón hacia nuestra
amoralidad o inmoralidad complaciente con el caos establecido, dirá E. Mounier.
Sólo con maestros se logran los cambios
porque ellos desarrollan sanos pensamientos que hacen parir ideas de
transformación moral. Ya no más “educación” codiciosa sin frenos ni barreras
con el fin de ganar dinero rápido y sin escrúpulos.
Para quienes hemos sido escolarizados en
décadas del 70-80, la palabra reivindicación estaba ausente del vocablo del
discente. Por aquel tiempo, patotear en aula esperando al
profesor, llegada tardía, entre otras, eran motivo de sanción por “faltar al
orden”.
Hoy chicos con
menos de 12 años, porfiados en la mal entendida democracia, desafían
insolentemente a sus maestros luego de burlarse de sus propios padres. Hoy vemos salir
llorando del aula a profesoras incapaces de hacer siquiera guardar silencio
exigido a sus alumnos.
Esta “ruptura generacional” azota a todo
el mundo… por tanto, no se escandalicen si contemplan a los bebés (maltratar)
reprender severamente a sus niñeras blandiendo sus biberones a modo de arma
amenazante o parapetándose tras las pilas de pañales, con el fin de reivindicar
el derecho a la píldora anticonceptiva…dirá graciosamente C. Díaz.
Así las cosas, ¿por que escandalizarse
hipócritamente ante una acción que viene repitiéndose desde hace años con el
evento de ingreso o “bautismo universitario, donde, por ejemplo, un alumno ha
sufrido paro cardiorrespiratorio y entró en coma? (F. de medicina UNA 2011 – un
caso de entre tantos que se repiten anualmente aquí y allá)
Otras perlas de nuestra alicaída
educación superior: “Espaldas marcadas
por la saña, fue lo común en el tradicional y sangriento "bautismo".
Como parte de bienvenida a la vida universitaria, los alumnos fueron sometidos
a humillantes episodios. Todos cayeron en manos de peluqueros improvisados,
que fueron las acciones mínimas sufridas por los nuevos alumnos.
Los
que no permitían el corte de cabellera, debían abonar G. 500 mil. Además
pasaron por los golpes de algún arreador o cinto que estuviera al alcance.
Aproximadamente unos 150 ingresantes, entre ellos mujeres de las diversas
carreras de la facultad fueron "bautizados" por estudiantes de los cursos
superiores”.
Ante un reclamo justo ante tanta irracionalidad
y barbarie, el imbécil, exhibiendo una sonrisita caballuna, como si el noble
animal pudiera reírse dirá: ¡qué pio tanto, es una fiesta nomá ko olúo!
recibiendo el apoyo de los demás “monos con pantalones recién bajados
del árbol. (Al punto, pedimos disculpas a los simios)
La comunidad educativa es cómplice de
este desorden establecido. Hace falta valentía para suspender esta brutalidad, es
decir, para hacer el bien y evitar el mal. T. Bernard, periodista y abogado francés, decía:"Dos
cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los
hombres."
La UNI a través de un comunicado repudió
y condenó los hechos vandálicos cometidos por estudiantes de la Facultad de
Ingeniería. Según la resolución CSU 048/2013, los actos de bautismo se
encuentran prohibidos en la UNI, dentro y fuera del recinto.
La falta de ética y moral en educación
es un plaga terrible que los niveles superiores no se animan a enfrentar…moralmente,
por ello, no pocos profesionales son tan fiables como muletas de plástico sobre caliente asfalto de verano.
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