¡¡QUÉ PROBLEMA CHAMIGO!!
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Sabemos que todos nacemos hambrientos, necesitados
y con tendencia al mal. Necesitamos compartir espacios e intereses con los otros.
Lamentablemente, pocos saben o desean convivir de manera decente y respetuosa y por
consiguiente, muchos son indiferentes, egoístas e irrespetuosos. A esos, los
llamamos, con sobrada razón: los malos vecinos, dirá el Dr.
Renny Yagosesky.
Así las cosas, es absolutamente necesario entrenarnos para convivir en la sociedad y participar de manera responsable al desarrollo del bien común y a la paz social. Pero nuestra fauna sufre de modernidad decadente, que se manifiesta por el consumismo, la competitividad, el egoísmo, la desintegración familiar, la ineficacia política, la educación mediocre, en complicidad de muchos medios masivos deformadores - entre otras...
Esta liliputiense moral de mercado es caldo de
cultivo en el que surgen los malos vecinos, carentes de normas de
sana conducta, que chocan con los preceptos del mundo civilizado. En general, son
buenas personas, que por no ser correctamente
educados o por decisión personal, provocan innecesarios conflictos.
Una de las características típicas de los malos vecinos, es que no comprenden el concepto de comunidad; se vuelven ombligocéntricos despreciando valor, necesidades y derechos de quienes le rodean.
Los malos vecinos son esclavos de la presión de sus socios o compinches, no de la razón. Les cuesta pensar de manera clara y actuar de forma amigable. Entonces desarrollan conducta claramente antisocial; por tanto, esta conducta debe ser combativa de inmediato por la comunidad, antes de que se instale como normal.
La conducta ética, consideran una inutilidad-debilidad, y ante cualquier reclamo justo, se sienten muy “ofendidos en su dignidad”. Transgreden los espacios privados. Juegan, beben, gritan.
No se percatan o ignoran deliberadamente, el malestar que sus acciones causan a otras personas. Violentan la paz ajena y actúan como si fueran “gerentes generales del universo”. Festejan de modo tal que los demás no duermen y no imaginan que su satisfacción, resultan verdadero calvario para sus vecinos.
Se comportan como si fueran superiores al resto: Evitan cumplir las normas básicas de limpieza de calles, plazas; es decir, del bien común y creen que por estar en sus casas, pueden despreciar derechos del vecino. Es el culto al mbareté de nuevo rico, prepotente e ignorante. (Arrojan basura a la calle, molestan con polución sonora, disparan tiros al aire, queman basura...y demás perlas de este fracturado Paraguay).
Este tipo de personaje muestra un bajo sentido de la colaboración grupal. Generalmente no participa en favor del bien común, pero critican todo, negando todo esfuerzo de quien hace algo por la comunidad, concluirá Renny Yagosesky.
¿Qué hacer?... intentar
dialogar con ellos – en el marco de respeto - para tratar de hacerles
comprender que “ñande roga” no da carta libre para dañar al otro, y así llegar a un
acuerdo para lograr la paz social.... mientras tanto, es buena tarea orar por ellos, sin rencores ni malquerencias.
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