¿Cuál es la diferencia...?
No es lo mismo “hacer el amor” que tener “relaciones sexuales”. El concepto posmoderno ha extendido el error, reduciendo el amor al mero acto biológico o “perruno”.
Con decir “hacer el amor” se prostituye y cosifica el amor. Las cosas se hacen, el amor no. El amor se tiene. Brota espontáneamente de la admiración y estima por alguien, Cuando no hay amor, “hacer el amor” es lujuria - acto perril. Lujuria no es amor.
El amor valora al otro por sus cualidades y lleva a sacrificarse por su bien. En cambio, la lujuria, busca la satisfacción que me proporciona el otro, es decir, hago del otro, objeto de mis apetitos sensitivos y nada más. Un ejemplo nos da Amnón, quien deseaba a su hermana Tamar, y en el mismo momento de violarla, la despreció en su corazón. (2ª Sam, 13, 14-15)
Ciertamente, el amor conyugal incluye el sexo, pero no es el caso de una relación efímera con una mariposa de la noche, o algún encuentro circunstancial, donde no se comparte amor, sino, carne. El P. Jorge Loring, nos cuenta lo que dijo Ortega y Gasset, en su Estudio sobre la diferencia entre amor y apetito sexual:
- No es lo mismo desear que amar: el drogadicto desea la droga y al mismo tiempo la odia, porque sabe que es su ruina. Es deseo es egoísta. El amor es generoso. Cuando deseo, busco mi satisfacción. Cuando amo, busco el bien de alguien.
- No es lo mismo deseo que amor: al desear busco para mí; al amar, quiero el bien de la persona amada.
No es lo mismo amar que enamorarse. El enamorarse puede deberse a motivos externos de la persona (canta bien, es simpática, etc.). El amor se basa siempre en los valores internos (aunque no cante bien o no sea simpática, etc.)
Finalmente, el amor no es el placer que sienten dos cuerpos, estando juntos. Esto puede ser coincidencia de egoísmos. El egoísmo es la muerte del amor. ¿Por qué no duran los “amigos con derecho”?, porque ambos sólo comparten “carne” – quizá restos...
No somos “cosa”, El hombre es más que un gorila con pantalones, lente de sol y celulares. Somos imagen y semejanza de Dios. ¿Cuesta comprender esta verdad?
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