¿Complejo de inferioridad?
Mucha tinta ha corrido sobre el
feminismo. Unos creen entender, otros, no entienden nada o lo entienden mal.
Algunas mujeres, sí, lo entienden muy bien.
Verdad es que no pocos filósofos de la
Grecia antigua, dudaban de que la mujer tuviera alma. Es conveniente recordar que
con el cristianismo, comenzó la defensa de los derechos de la mujer. San Pablo
mandó que los “hombres amen a sus mujeres”
Esto era algo inaudito en aquellos tiempos en que la mujer no era alguien, sino
algo. En la era pagana - todavía hoy, en muchos países - la mujer no tenía (ni
tiene) los mismos derechos que el hombre.
El cristianismo ha devuelto a la mujer
toda su dignidad y derechos de igualdad con el hombre. Igualdad de derechos
ante la ley, algo muy justo. Pero otra cosa es, que la mujer quiera imitar en
todo al hombre, perdiendo incluso, sus características femeninas que tanto la
enriquecen, afirma Jorge Loring. Y, el P. Enrique Mª Huelin, dirá: “Feminismo
es aquella cualidad de la mujer por la cual ella se hace atractiva y agradable,
y hace agradable y atractivo todo cuanto lo rodea” (Para Salvarte” p.
464)
La mujer tiene cualidades específicas
que no debe perder nunca. Pretender hacer de la mujer otro hombre, es mayúscula
tilinguería. La familia es fundamento
de la sociedad. ¿Cómo habrá sociedad sin mujeres?
El feminismo revanchista y talibanesco,
resulta ridículo. Las lesbianas quieren ocupar el lugar del hombre en el uso
del sexo. La mujer es mujer. Querer ser
como el hombre es considerarse inferior al hombre. Y ante Dios no hay
diferencia entre hombre y mujer.
La famosa Lilí Álvarez, gran mujer quien
triunfó como deportista (tenis, carrera de motos, esquí etc.) y como escritora
católica, defensora de los derechos de la mujer, dice que ella, que fue una
gran feminista, pero que combatió el “marimachismo”,
pues lo que engrandece a la mujer es ser muy femenina, no el masculinizarse”
(Diario ABC Madrid 11.07.98 p. 44).
El feminismo de los años setenta – y el
de hoy también - tienden a la negación de la maternidad y a la imitación del
hombre. J.P. II ha dicho: “La igualdad de derechos de la mujer y el
hombre no debe consistir en su masculinización, en deterioro de sus auténticos
valores femeninos”. (Mulieris Dignitatem nº 10,14,26 y 27)
“La identidad de la mujer no puede consistir
en ser una copia del hombre¸ puesto que ella está dotada de cualidades y
prerrogativas propias, que la confieren una personalidad autónoma, que siempre
se ha de promover y alentar” (Diario ABC de Madrid, 07.12.95. p. 64). La
mujer no es inferior al hombre. Y querer ser como el hombre, por tanto,
demuestra complejo de inferioridad.
El feminismo irracional es un
comportamiento psicológicamente patólógico, porque no acepta la diferente
constitución biológica del hombre. La desigualdad sexual hombre-mujer le parece
una injusticia de la naturaleza que es preciso corregir. Pero como esto no es
posible, los movimientos feministas radicales, intentan compensarlo con
reivindicaciones exaltadas, típicamente femeninas para mayor ironía, dice el P.
Jorge Loring, en “Para salvarte”, p. 468
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