domingo, 24 de febrero de 2013

FEMINISMO RADICAL (I)

¿Complejo de inferioridad?

Mucha tinta ha corrido sobre el feminismo. Unos creen entender, otros, no entienden nada o lo entienden mal. Algunas mujeres, sí, lo entienden muy bien.

Verdad es que no pocos filósofos de la Grecia antigua, dudaban de que la mujer tuviera alma. Es conveniente recordar que con el cristianismo, comenzó la defensa de los derechos de la mujer. San Pablo mandó que los “hombres amen a sus mujeres” Esto era algo inaudito en aquellos tiempos en que la mujer no era alguien, sino algo. En la era pagana - todavía hoy, en muchos países - la mujer no tenía (ni tiene) los mismos derechos que el hombre.

El cristianismo ha devuelto a la mujer toda su dignidad y derechos de igualdad con el hombre. Igualdad de derechos ante la ley, algo muy justo. Pero otra cosa es, que la mujer quiera imitar en todo al hombre, perdiendo incluso, sus características femeninas que tanto la enriquecen, afirma Jorge Loring. Y, el P. Enrique Mª Huelin, dirá: “Feminismo es aquella cualidad de la mujer por la cual ella se hace atractiva y agradable, y hace agradable y atractivo todo cuanto lo rodea” (Para Salvarte” p. 464)

La mujer tiene cualidades específicas que no debe perder nunca. Pretender hacer de la mujer otro hombre, es mayúscula tilinguería. La familia es fundamento de la sociedad. ¿Cómo habrá sociedad sin mujeres?

El feminismo revanchista y talibanesco, resulta ridículo. Las lesbianas quieren ocupar el lugar del hombre en el uso del sexo. La mujer es mujer. Querer ser como el hombre es considerarse inferior al hombre. Y ante Dios no hay diferencia entre hombre y mujer.

La famosa Lilí Álvarez, gran mujer quien triunfó como deportista (tenis, carrera de motos, esquí etc.) y como escritora católica, defensora de los derechos de la mujer, dice que ella, que fue una gran feminista, pero que combatió el “marimachismo”, pues lo que engrandece a la mujer es ser muy femenina, no el masculinizarse” (Diario ABC Madrid 11.07.98 p. 44).

El feminismo de los años setenta – y el de hoy también - tienden a la negación de la maternidad y a la imitación del hombre. J.P. II ha dicho: “La igualdad de derechos de la mujer y el hombre no debe consistir en su masculinización, en deterioro de sus auténticos valores femeninos”. (Mulieris Dignitatem nº 10,14,26 y 27)

La identidad de la mujer no puede consistir en ser una copia del hombre¸ puesto que ella está dotada de cualidades y prerrogativas propias, que la confieren una personalidad autónoma, que siempre se ha de promover y alentar” (Diario ABC de Madrid, 07.12.95. p. 64). La mujer no es inferior al hombre. Y querer ser como el hombre, por tanto, demuestra complejo de inferioridad.

El feminismo irracional es un comportamiento psicológicamente patólógico, porque no acepta la diferente constitución biológica del hombre. La desigualdad sexual hombre-mujer le parece una injusticia de la naturaleza que es preciso corregir. Pero como esto no es posible, los movimientos feministas radicales, intentan compensarlo con reivindicaciones exaltadas, típicamente femeninas para mayor ironía, dice el P. Jorge Loring, en “Para salvarte”, p. 468

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