miércoles, 18 de abril de 2012

TERNURA

Que no, debilidad

En el imaginario colectivo, el término ternura, pareciera sufrir cierta discriminación, sobre todo si ésta virtud se la quisiera “endosar” al varón. No faltarán miradas de desconfianza hacia quien simpatiza con la “ternura”.
La doctrina de la verdadera ternura, como oposición a la falta de delicadeza, es tan importante como necesaria en la vida diaria, y merece una mayor atención por parte de todas las personas.


La ternura es una actitud, un valor, una expresión afable, afectuosa del Amor, del querer cariño al otro. Esta es la gran diferencia entre las relaciones públicas y las relaciones humanas. Juan J. Kovacevich, en su escrito sobre relaciones humanas nos dice:

Urge recuperar la ternura porque:

1.      Sin Ternura, las palabras se vuelven duras y las actitudes indeseables.
2.      Sin Ternura, no habrá justicia ni comunidad fraterna.
3.      Sin Ternura, no existe diálogo afectivo ni calor humano.
4.      Sin Ternura, existe agresividad y revuelta, aunque se disimule.
5.      Sin Ternura, no existe la aproximación real a la persona enferma ni al que sufre.
6.      Sin Ternura, las personas permanecen en le subdesarrollo y en la falta de madurez.
7.      Sin Ternura, los ancianos mueren de frío; la familia y la comunidad se convierten en casa de huéspedes.
8.      Sin Ternura, no existe comprensión para el entendimiento mutuo; no existe empatía.
9.      Sin Ternura, no hay apostolado, la oración se vuelve difícil y es incomprensible una entrega total a Cristo y al prójimo.

Si incorporáramos la ternura en nuestro cotidiano quehacer, habremos desechado tantos virus negativos, y nuestra convivencia sería más, sabrosa, más humana, más hermana.

Y a usted, estimado lector... ¿qué opinión le merece?







No hay comentarios:

Publicar un comentario