Poner límites es obligación ética.
Siguiendo la costumbre posmoderna, el hijo menor de edad, salió divertirse a medianoche. Está clareando un nuevo día y el chico no vuelve a casa. Pero esta hazaña no es exclusividad de varones, lo mismo ocurre con muchas adolescentes.
¿Causa a los padres alguna preocupación este hecho? O, seguiremos escuchando la “tranquilizadora” expresión: ¡es normal, ahora ko es así nomás luego!
¿Causa a los padres alguna preocupación este hecho? O, seguiremos escuchando la “tranquilizadora” expresión: ¡es normal, ahora ko es así nomás luego!
He tenido la ocasión de cruzarme con dos niñas menores caminando tambaleantes y descalzas por la supercarretera, a las 07:00 de la mañana de un día domingo, con evidentes signos de haber pasado la noche, en una de esas madrigueras tan promocionados para la “diversión”.
El triste espectáculo hizo que me preguntara: ¿Qué, no habrá ocurrido con las dos criaturas en la “disco”, saltando al compás de estridente ruido, exceso de humo provocado por cigarrillos – cuando no de otras sustancias – y apretujadas en medio de un montón de borrachos?
¿Tienen papá y mamá esas niñas de no más de 14 años? ¿Saben los padres dónde, con quién y qué hacen toda la noche y madrugada sus hijas? ¿Están tranquilos sus padres o se revuelcan en la impotencia por no saber o no poder poner límites a sus crías?
Poner límites no es dictadura. Es establecer con coraje reglas y asumir nuestras responsabilidades como padres, como educadores, como autoridades de una sociedad que debe desarrollarse dentro de marcos civilizados. Cualquier comunidad madura, cualquier organización, cualquier grupo humano medianamente educado establece límites.
No debemos conducir alcoholizados, circular en contramano, hacernos llamar “doctor” si no poseemos título, cerrar la calle por prepotencia, y otras conductas reprochables que nos adornan. Todo ello ocurre porque no hay límites para nada. Muchos padres son avasallados y dominados con caprichosa insolencia por sus hijos. Estudiantes de secundaria desafían con grosera prepotencia a profesores, cualquiera infringe la ley impunemente. Todo este caos reina cómodamente porque no se pone límites.
Es necesario redimirnos de esta maximísera conducta, asumir cada uno el rol que le corresponde, cumplir con nuestras obligaciones. De lo contrario, no sólo no abandonaremos la deshonrosa fama de país hipercorrupto, sino además, seguiremos sumando puntos para ser los peores del mundo. Conste que ¡no nos falta mucho!
No pocos “intelectualoides de pacotilla” y moral pigmea, aúllan “indignados” cuando escuchan hablar de disciplina, porque este vocablo les resulta lacerante, debido a que esta estúpida fauna, manifiesta que no deben ser “cercenadas la libertad y los derechos” de las personas. Tamaña hipocresía e ignorancia sencillamente dan calambre.
Y precisamente, estos ejemplares de conducta tullida, son en gran parte responsables de este desorden establecido, puesto que defienden con inusitado desparpajo el desatino y la indecencia de los protagonistas del descarrío.
Procure responder estas interrogantes: ¿Por qué los hijos dominan a sus padres? ¿Por qué las autoridades callan ante atrocidades cometidas por cualquier individuo sin ser éstos, mínimamente importunados? Por ser rehenes de sus malas conductas, padres y gobernantes, quizá no tienen autoridad moral para enmendar.
En nuestras manos está subsanar defectos antes que sea demasiado tarde. Tomemos conciencia de esta falta y pongamos manos a la obra para orientarnos hacia la mejor sociedad que decimos anhelar. ¡Podemos, si queremos!
me encanto este articulo, aun que sea doloroso es la cruda realidad en la que viven los jovenes en esta epoca. Al parecer los padres prefieren no ponerles limites a sus hijos que escuchar reproches. Es una verguenza ver a niñas de 13, 14 años perdidas en la vida, se van a las discotecas, salen totalmente alcoholizadas de esos lugares, y donde estan los padres en ese momento? ellos son lo que deverian de estar protegiendolas, pero no, ellos probablemente esten durmiendo o en alguna otra fiesta olvidadose de que tienen hijos, de que tienen una responsabilidad que cumplir. Pero no solamente los padres tienen la culpa, sino tambien la sociedad, que no les importa vender alcohol, drogas, dejan acceder en discotecas a menores de edad, sólo por tener un poco más de dinero; no se supone que todo esto es solo para mayores de edad? . ahoro me pregunto, donde esta la moral y la etica de estas personas??
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