lunes, 27 de febrero de 2023

LA ÁRDUA TAREA ¡De ser cristiano!


Decía el profesor: “Todos nacemos hambrientos, necesitados y con tendencias al mal” Así, somos imperfectos, pasando por trances que nos obligan a reaccionar… Por decir lo menos, en el desordenado tránsito. Y no siempre respondemos adecuadamente. 

La hastiada sociedad decente, por ausencia valores como amabilidad, respeto, decencia, explica -no justifica- ciertas reacciones inadecuadas. Y no se observa que haya sectores que se ocupen de la formación en valores para rescatar a una juventud a la deriva. 

Y quienes nos declaramos cristianos asistidos por el Espíritu Santo, al parecer, estamos “borrados” o miramos al cielo para no actuar… llamando al hermano a la corrección fraterna, para revertir al menos, mínimamente, el caos establecido.

“El hombre es el resultado de sus pensamientos; lo que él piensa, es lo que llega a ser. De ahí la importancia que tiene cultivar buenos y rectos pensamientos” (M Gandhi) Dice A. Milagro: “el hombre siente según lo que piensa y vive según lo que siente; porque si el hombre no vive según lo que piensa y siente…pensará y sentirá según como vive”. 

Cultivar pensamientos serios, nobles, rectos, bondadosos, debe ser la principal tarea; día tras día debemos oxigenar la mente, purificar el espíritu, limpiar la conciencia, aclarar la vista del alma, rectificar la orientación de mi vida…y de los demás. ¡No es tarea fácil! Mejor es darse un minuto para pensar. 

“Los pensamientos torcidos nos apartan de Dios, y la Omnipotencia, puesta a prueba, rechaza al insensato. Del alma perversa, el Espíritu Santo huye, se aleja de pensamientos necios; es rechazado al venir la iniquidad” (Sab 1, 3-5) Ser cristiano es un deber constante para vivir con radicalidad evangélica el día a día: en la casa, en la cancha, en la calle… Contentarse con una hora de culto en la semana es nada. 

Es hora de afinar la puntería: no contentarnos solo con planes para ganar bien y más. El bien común, la sana política, la cultura y la sociedad, el bien obrar del “otro”, debe ser mi objetivo. Enseñar al que no sabe es obligación moral de quien se dice seguidor de Cristo. Es imposible gustar a todos; unos aplaudirán, otros nos rechazarán. Si somos buenos, los malos nos rechazarán; si somos malos, Dios nos rechazará; si somos justos, los injustos nos perseguirán; si somos injustos, los justos sufrirán. 

¡No somos moneditas de oro! Si somos humildes, los soberbios nos despreciarán. Si nos preocupamos por los demás, los egoístas nos tildarán de locos y, si el egoísmo invade nuestra vida, los que sufren esperarán inútilmente nuestra ayuda. Debemos elegir: ser aceptados por los malos, por los soberbios y egoístas, o ser como los buenos, como los humildes, como los que se sacrifican por los demás. 

Ni a Cristo todos aceptaron; y como los discípulos no son mejores que el Maestro, los cristianos debemos estar dispuestos a ser rechazados por el mundo. “Y serán odiados por todos a causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo” (Mt.10-22) Que Dios nos de fuerza para hacer lo que debemos hacer. Recordemos que El poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. 

El Señor dijo: “Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad” Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (2° Co 12-9)

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