¿CRISTIANA O CONSUMISTA?
Millones de personas festejan la Navidad. Pero no la cristiana, sino la consumista: Luces, arbolitos, el infaltable papá Noel, harta comida y bebida, ruido. Cada quien celebra como le viene en gana. La contradicción: para muchos cristianos…Navidad es igual a la de los “no cristianos”.
La Navidad consumista: “Ilumina tiendas con el árbol de Navidad, viste a los vendedores como Papá
Noel, en nochebuena organiza grandes fiestas de baile, se vende tarjetas
de Navidad, pero en ninguna aparece Jesús, solo paisajes”, sostiene Giuseppe Dido.
¿No se puede celebrar la navidad sin caer en el “consumo
consumista que consume”? ¿Es necesario comprar, renovar lo que NO es necesario? En Navidad celebramos
el nacimiento de Jesús, paz, amor y esperanza. Luego, ¿Por qué para tantos esta fecha genera preocupación,
peleas y estrés?
Así se deduce que, el tan esperado Jesús,
importa menos que las cosas de la casa, los arreglos de la mesa, compra de
ropas, cambio de vehículo y celulares, entre otras cátedras dictadas por el dogma consumista:
“Lleve 3, pague 2; la felicidad está en esta promo”. ¡No te lo pierdas!..bla, bla, bla...
La miseria humana hizo que Dios Padre
enviara a su Hijo para redimirnos de pecados: robos, adulterio, corrupción, soberbia
matonil (mbareté-pokaré que nace, se
desarrolla…no muere) de una
engañosa valoración de limitadas capacidades que nos lleva a pretender lograr
resultados superiores a nuestros talentos… dirá el Prof. S. Núñez y
agregará:
Si
la vanagloria mira demasiado alto, la ambición desmedida entra en peligrosos
juego, porque el ambicioso sin límites, acaricia las grandes acciones y el
honor que de ellas se desprende, pero rechaza el cansancio y el esfuerzo que la
magnanimidad exige.
El P. Miguel A.
Peláez añadirá: “El grado más alto de presunción es alcanzado por quien
ostenta títulos de honor por cosas insignificantes o, peor aún, por cosas que
nunca podrá hacer a un hombre grande: las
riquezas, la arrogancia y la prepotencia”.
A propósito, el hermano Carlos Díaz sostiene: “La ecoausteridad define a la persona: un desaforado homo consumens
termina siendo un devorador devorado por
el consumo que lo consume y una carcoma fagocitadora…
Si nos rodeamos de capas de grasa de
consumo vamos terminar aislados e insensibles al frío ajeno y a la voz de la
propia conciencia. Quien se plantea la austeridad es quien puede salir de ella,
no el que forzosamente está en ella”. (El hombre animal….p. 148)
Entonces, es hora de entender que la
Navidad es más que un motivo para recibir regalos y manipular
petardos. Cambiemos la filosofía de consumo por el de celebrar juntos el
real objetivo de la Navidad: esperanza, reconciliación, paz. ¿Por qué no
recrear la tradición del encuentro, la gratitud, la buena vecindad y demás
valores del pasado?
La escritora Luz Guerrero sugiere como
regalos navideños: A tu enemigo, el perdón. A tu oponente, la
tolerancia. A un amigo, tu corazón. A un cliente, el
buen servicio. A todos, la caridad. A los niños, un
buen ejemplo. A ti mismo, respeto.
Todos en la vida cargamos algún tipo de problemas. No
todo es color de rosa. Pero, en nuestra
miseria humana, esperamos esperanzados las bendiciones del Niño Dios…¡eso es
Navidad!
Por eso, rezar,
alegrarnos, agradecer y perdonar, fortalecerá
nuestra fe y ajustará nuestra vida a la verdad de Dios, es decir, abandonar
nuestro “hombre viejo”, cantar y anunciar la bondad del “Dios con
nosotros”, ésa es la manera cristiana de celebrar la Navidad.
Que el niño Jesús no sea, otra vez, es el gran ausente en las fiestas navideñas! ¡Feliz Navidad!
Que el niño Jesús no sea, otra vez, es el gran ausente en las fiestas navideñas! ¡Feliz Navidad!
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