En el imaginario colectivo, el término ternura, pareciera sufrir cierta discriminación, sobre todo si ésta virtud se la quisiera “endosar” al varón. No faltarán miradas de desconfianza hacia quien simpatiza con la “ternura”.
La doctrina de la verdadera ternura, como oposición a la falta de delicadeza, es tan importante como necesaria en la vida diaria, y merece una mayor atención por parte de todas las personas.