jueves, 3 de febrero de 2011

MAYORIA DEMOCRÁTICA

                                           ¿Cuestión Ética?

Cualquiera sabe que por medio del diálogo se llega al consenso, incluso a un acuerdo mayoritario, al restablecimiento de la convivencia pacífica. El diálogo franco sana relaciones averiadas. Un diálogo, por tanto, es mejor que un monólogo. Hablando se entiende y, dos cabeza piensan mejor que una, dice la sabiduría popular.

Pero Antonio Machado, poeta español, escribió: “de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. (José R. Ayllón – Desfile de Modelos p. 183) ¿No ocurre muchas veces, algo similar con nuestro desatinado Congreso, Juntas departamentales y municipales, cuando por mayoría aplastante acuchillan al pueblo – a quien dicen servir – cuando legislan a favor de ellos mismos y en perjuicio de nuestra penosa ciudadanía?

La Ética – hay que recordar – no nace automáticamente del consenso, pues como ya dijimos, hay consensos - de conciencias averiadas - que matan.

MacIntyre, en su Historia de la Ética propone este sencillo problema: Si en una sociedad de doce personas hay diez sádicos, ¿prescribe el consenso que los dos no sádicos deben ser torturados? Y agrega otra pregunta: ¿Qué validez tiene el consenso de una sociedad donde hay acuerdo general respecto al asesinato en masa de millones de judíos?

Y se responde él mismo: El consenso sólo es legítimo cuando todos aceptan normas básicas de conducta moral. ¿Entienden esto nuestros políticos, pretores de la plebe? Aceptar normas básicas de conducta moral quiere decir, entre otras cosas, que el debate no es el último fundamento de la ética, pues un fundamento discutible dejaría de ser fundamento. Por eso dice Aristóteles que quien discute si se puede matar a la propia madre no merece argumentos sino azotes. (184)

El error por mayoría es una de las limitaciones patentes de consenso. Para ilustrar esta posibilidad, José Antonio Marinas nos cuenta en su Ética para náufragos que, un esclavista, tocado por ideas humanista, decidió poner en libertad a sus esclavos. Pero muchos de ellos pensaron que la libertad sería un yugo mas pesado que su acostumbrada esclavitud. Así que lo sometieron  a votación, y los que rechazaron la oferta de libertad ganaron por mayoría absoluta. Por esta ironía del procedimiento, el amo se convirtió en esclavista por voto de la mayoría. La paradoja de esta situación muestra las limitaciones del consenso. (p.187)

Por eso, el simple acuerdo de sindicatos, de asentamientos, de binacionales, de alumnos y profesores, de legisladores de aquí y de allá, es decir, de una mayoría, sólo por ser mayoría, no garantiza la validez de lo acordado. Una postura asumida y aceptada no se convierte en buena por ser mayoritaria, simplemente. ¿Por qué? Y porque la historia nos relata que los hombres han estado mayoritariamente de acuerdo en colosales disparates.

En mi calidad de ciudadano me dirijo a los votados que deben regir los destinos del país, del Alto Paraná y, concretamente a los concejales de Ciudad del Este, para recordarles que la democracia numérica no garantiza la justicia ni la ética, porque no crea realidad: La enfermedad del cáncer no es mala por un acuerdo, como tampoco el alimento es bueno por consenso. Lo importante no es el consenso, sino que el consenso respete la realidad y no mezquinos intereses, como es costumbre desde antaño.
En Macbeth, de Shakespeare un niño dialoga con su madre Lady Macduff. El niño pregunta si su papá, que había huido sospechosamente, es traidor: ¿Qué es un traidor? La mamá contesta: traidor es alguien que jura y miente, y deben ser ahorcados. El niño pregunta entonces: ¿Quién debe ahorcar a los traidores? Pues, los hombres de bien, contesta la mamá. Con la ingenuidad de sus pocos años el niño comenta: “Entonces los que juran y mienten serían imbéciles si se dejaran ahorcar, porque ellos son mayoría y pueden ahorcar a los hombres de bien”.

Tal conclusión podría ser correcta, pues es posible una mayoría de traidores del pueblo. Lo que no sería posible es que, por el hecho de ser mayoría, los traidores se conviertan en leales.

Con ánimo sincero y la mejor inteligencia que puedo, me sumo al 54 aniversario de nuestra ciudad. ¡Salud Ciudad del Este!

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