jueves, 9 de diciembre de 2010

EL PODER DEL DINERO

Reflexión
Existe un ideal de felicidad que es el más adecuado para los ambiciosos: el poder. Es una opción tan antigua como la humanidad, afirma Ricardo Yepes Stork, en Fundamentos de la Antropología. 


El filósofo inglés Thomas Hobbes ya había formulado con enorme fuerza, que el hombre ha hecho suyo este valor, al decir que al hombre se le mide por sus recursos. (p. 236)Poder significa potencia, capacidad, fuerza. Cifrar la felicidad en él, significa apostar por uno mismo, no sólo en cuanto centro de todos los intereses, sino sobre todo, como dominador de lo que le rodea.

Así las cosas, hoy, el poder más evidente y directo es el dinero, por cuanto que el uso que se hace de él es mucho más amplio, flexible, técnico y sofisticado que en el pasado. Por eso no es de extrañar que tanta gente viva según aquello de que, dinero es poder y felicidad es poder. Por tanto, “cuanto más dinero se tiene, más se puede hacer lo que se quiera”.

No pocos se rinden al hechizo implacable del poder económico. El lujo aparece entonces, como señal y ostentación de poder, y el dinero se utiliza para demostrar fuerza y distinción: se tiene el mejor coche, la mejor casa, el mejor celular, zapatos y perfumes más caros, etc.

Poner la felicidad en el dinero es muy tentador: con dinero se puede conseguir casi todo, desde costosísimo tratamiento médico, hasta viajar por todo el mundo, incluso a la luna, como había realizado recientemente un excéntrico millonario norteamericano. Es decir, pareciera que todo se postra a nuestros pies cuando se dispone de todo el dinero para gastar.

Pero esta postura tiene puntos débiles. Es repetitivo decir que el dinero no da felicidad, pues el dinero no puede comprar la felicidad, aunque contribuye muy decisivamente en ella, puesto que ayuda al bienestar de la persona.

Sin embargo, el principal inconveniente del dinero es éste: no se puede compartir, sino sólo repartir, puesto que es de uno, y de nadie más. Por eso, donde hay dinero, hay discordia, y en la discordia nadie puede ser feliz. (p.237). Además, la excesiva preocupación por el dinero, materializa la vida humana hasta hacerla miserable.

Por consiguiente, hay bastante gente que en su comportamiento demuestra un gran afán de poder. Se mueven por el deseo de tener y conquistar poder, aunque sea en una dosis miserable. Cuando se les pregunte sobre esa conducta negarán que en el poder cifran la felicidad, pero de hecho, se comportarán como si así fuera.

Pareciera que sólo podrán descansar cuando puedan decir: Esto me pertenece. ¡Aquí mando yo! Es que el hombre tiene una tendencia, secreta o manifiesta, a dominar a otros.

Así las cosas, el dinero es poder y poder es dinero. Este binomio en sí no es ni malo ni bueno. Son elementos que prueban a las personas que los posean. Pueden ser amos del dinero y a la vez, esclavos de él. El dinero y el poder son elementos para el desarrollo social, pero es necesario también poseer virtudes como la sabiduría y templanza, para señorear sobre el dinero.

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