Es necesario reflexionar sobre la vida social y la sociedad en general. Se piensa que el fin de la vida social es brindar bienestar a la ciudadanía.
Por eso los humanos nos asociamos no solo para sobrevivir y satisfacer las necesidades personales, sino además para lograr una vida buena, que sólo se alcanza mediante las buenas relaciones interpersonales entre el conjunto de ciudadanos, afirma Ricardo Yepes S. en “Fundamentos de Antropología”, p 243)
Aristóteles dice que los bienes de la vida social son: justicia, respeto a la ley, seguridad, educación, y sobre todo, los valores que guían la libertad, la amistad y la virtud. Pero, ¿cuántos conocemos los elementos de la vida social? ¿Qué significa para muchos la justicia, el respeto a la ley, la educación, la libertad y la virtud?
El fin de
la vida social es la felicidad. Entonces, la sociedad y sus instituciones (“la
ciudad” la Polis) debe ayudar a los humanos a ser felices, es decir, en
conseguir el conjunto de bienes que integran la vida buena.
El fin de la ciudad es entonces, lograr “lo que conviene para toda la vida”, para una vida plena y completa. Esto significa que la vida social, la vida económica, cultural y política, tienen mucho que ver con la ética.
En conclusión, la persona necesita de otras para comportarse conforme a lo que es y alcanzar su plenitud, porque no hay un “yo” sin “tú”, al decir de Martin Buber.
Las buenas relaciones humanas -no son un accidente del que se pueda privar. Entender esto es entender al hombre. La sana convivencia con los demás es parte de la naturaleza humana, es irrenunciable.
Es absolutamente necesario aprender a vivir en comunidad con decencia y respeto mutuo. Porque: “el que no puede vivir en comunidad, porque de nadie necesita por creerse autosuficiente, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios”, nos recuerda Aristóteles.