Dice Juan
Sebastián Barriga Ossa: Es difícil ser hombre. Desde que nacemos nos hacen
creer que es fácil. Pero no, es jodido, tan jodido que pocos realmente se
atreven a enfrentar su masculinidad ¿No me cree? Pónganse a pensar en lo que le
enseñaron de chiquito.
A ser el más fuerte, a ganar todas las peleas, a poseer a todas las mujeres, a proveer, a mantener, a siempre tener valor, a verse como hombre, a hacer cosas de hombre, a no necesitar ayuda. Pero cuando no pudo cumplir con esto ¿qué sintió?, tal vez miedo o confusión, o más bien debilidad.
En décadas pasadas, a los varones nos enseñaron a no ser débiles, porque, cuando nos sentimos débiles no sabemos qué hacer. Muchas veces, esa incapacidad de controlar nuestros sentimientos se convierte en frustración, en rabia y sobre todo en violencia.
Preguntemos: ¿Cuándo no pudimos cumplir con el rol de macho? ¿Cuándo la presión pudo más que su voluntad, cómo actué? ¿Cuándo fue la última vez que pude llorar?
No
es fácil ser hombre porque siempre estamos en una competencia, siempre
tenemos que vencer o conquistar y cuando no podemos… nos dicen que está
bien tomar, poseer, arrebatar, imponer. Abusar.
José Manuel Hernández psicólogo, trabaja con hombres abusadores, dice: "cuando nacemos, a los hombres nos repiten una serie de conductas: que debemos ser fuertes, que un hombre no llora, etc".
Estos ideales
o modelos son una especie de libretos que tenemos que cumplir en nuestras vidas
para ser aceptados en la sociedad como hombres y suelen ser imposiciones
creadas por el sistema patriarcal.
“Un macho nace, pero solo un ser humano maduro puede ser hombre”, dice un dicho. “Ser macho no es más que una cualidad del hombre. Un hombre es el que se esfuerza por demostrar sus emociones, que se hace cargo de sus acciones y respeta a la mujer”.
Según la Organización Mundial de la Salud, el 12,6 por cada 100.000 hombres se quitan la vida en comparación a 5,4 por cada 100.000 mujeres, o sea el doble.
Esto ocurre porque la mayoría de los hombres no expresan sus sentimientos sumado a la presión social de ser proveedores y cabezas del hogar. Genera un cúmulo de frustración que explota de algún modo.
Algunos no aguantan y deciden quitarse la vida y otros descargan su desconsuelo contra las que creen más “débiles”, que son de “confianza” o que dominan, como a su familia. Luego, seamos hombres y no machos. Somos creados a imagen y semejanza de Dios, que no es poca cosa. ¡Ta upéicha!