Al “pienso, luego existo” de Descartes y, al “me duele, luego existo” de Kierkegaard, puede ser añadido el “no pienso, luego estorbo”, de no pocos terrícolas que pueblan nuestra fauna hoy. Nos enseña Ricardo Yepes S. en Fundamentos de Antropología, que el fin de la vida social es la vida buena, que no la buena vida. El fin de la ciudad es la vida de armonía, respeto y solidaridad, no sólo de conveniencia y el simple vivir.